Año CXXXV
 Nº 49.332
Rosario,
domingo  16 de
diciembre de 2001
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Chile: las elecciones de hoy dejarían a la derecha como primera fuerza

Víctor Gutiérrez Cortés

Santiago. - Las elecciones legislativas chilenas de hoy significarán, entre otras cosas, la irrupción de la derechista Unión Independiente (UDI) como la nueva gran fuerza electoral de Chile y la eventual pérdida de la mayoría que tiene en el Congreso el presidente Ricardo Lagos, con la consiguiente dificultad para cumplir su agenda legislativa y gran parte de su programa de gobierno, el cual culmina en el 2006.
Los 8 millones y fracción de chilenos que elegirán hoy a 120 diputados (la totalidad de la Cámara) y 19 senadores (la mitad de los que son designados por voluntad popular) votarán no sólo para renovar representantes, sino que definirán nuevas hegemonías en los bloques oficialista y opositor, y eventualmente podrían poner en una molesta cohabitación al Ejecutivo con la derecha más dura.
Tras 11 años en el poder, todos le reconocen a la Concertación por la Democracia un natural desgaste, a lo que se suma la actual crisis económica y los escasos cambios al sistema neoliberal heredado de Augusto Pinochet, lo que está mermando la mayoría absoluta que solía tener en las urnas.
Las proyecciones más optimistas de La Moneda apuntan a que esta vez sólo llegarán al 48 ó 49% de los sufragios, lo que sería su votación histórica más baja. Con un silogismo político sacado de la galera de un mago, las autoridades han anticipado que dicho resultado lo celebrarán como un triunfo.
Aprovechando que el ex candidato presidencial Joaquín Lavín, hoy alcalde de Santiago, participó en rol protagónico en la campaña de la Alianza por Chile (Renovación Nacional más la UDI), Lagos anticipó que medirá sus resultados con la primera vuelta de diciembre del 99, en que obtuvo el 47,96% (décimas más que Lavín), y no con las parlamentarias del 97, en que sacaron un 52,13%.
La posibilidad de un cogobierno en plena administración concertacionista, que insinuó la oposición al pedir votos a fin de conseguir "un Parlamento para Lavín", en clara alusión a que se repostulará a la presidencia en el 2005, causó un malestar de marca mayor en el mandatario socialista.
Lagos ordenó a sus ministros entrar al ruedo en favor de la Concertación (integrada por democristianos, socialistas, radicales y el Partido Por la Democracia) y él mismo defendió los logros de su administración, enfatizando que un alcalde no necesita un Congreso y que un Legislativo hostil inmovilizaría su gestión presidencial.
Los mejores pronósticos para la Alianza por Chile le otorgan un 45%, lo que marcaría un espectacular crecimiento en relación al 36,26% de las legislativas de 1997, pese a lo cual el gobierno podría seguir manteniendo el control en las dos cámaras. Sin embargo, un resultado con menos de los 65 diputados que proyecta Lagos o un emparejamiento de fuerzas arriesgaría su programa, ya que le faltaría quorum para sus proyectos emblemáticos -en el área salud, educación o jubilaciones- y debería entrar en una agobiante política de negociaciones con la derecha.
Según todas las encuestas, la gran damnificada por la conducta del electorado será la Democracia Cristiana, ya que dejaría de ser la primera fuerza electoral de Chile -como lo ha sido desde 1964- pues se espera que pierda 10 diputados y obtenga entre 28 a 30, lo que la haría perder poder al equipararse a sus socios de pacto y ceder su tradicional hegemonía a la UDI.
De darse las previsiones, desde mañana habrá un nuevo partido líder y el país podría quedar tensionado hasta el 2006 por una precoz campaña presidencial, en donde la oposición podría complicar los proyectos que darían más apoyo a Lagos en busca de una cuarta administración consecutiva de la Concertación, la cual ya comenzó a ser pedida por una DC que no descarta emigrar e iniciar un camino propio. (DPA)


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