Aviñón es la capital de Vancluse y puerta de entrada a la Provenza. Está abrazada al norte y al oeste por el río Ródano. Imponentes murallas que alcanzan los 45 kilómetros de longitud con 39 torreones y 7 puertas encierran una de las ciudades más fascinantes del sur de Francia, situada en una zona que, desde las maravillas naturales hasta lo mejor del arte moderno, siempre tiene algo que ofrecer.
Pocas regiones de Francia han tenido una historia más variada y turbulenta. Prueba de ello son los útiles y armas que denotan la presencia de tribus nómades y poblaciones humanas desde 300.000 años antes de Cristo. Los mercaderes griegos y fenicios introdujeron la vid a la región pero sin dudas fueron los romanos los que dejaron la impronta más profunda.
El siglo XIV estuvo dominado por la presencia del papado, que legó el magnífico palacio de Aviñón. La ciudad refleja el gran esplendor religioso y aristocrático recibido durante la época en la que fue centro del mundo católico. El papado había abandonado Italia, desgarrada por las guerras y se instaló en Aviñón. Siete papas reinaron sucesivamente en la ciudad y la corte papal de Aviñón fue un poderoso centro cultural de la región.
Entre las visitas imperdibles está la recorrida por el palacio de los Papas, un complejo de proporciones abrumadoras, construido en 18 años, ricamente adornado por artistas y artesanos traídos de Italia.
El complejo de edificios da idea de la grandiosidad de la vida que transcurrida bajo el reinado de los papas franceses que formaron este pequeño Vaticano entre 1309 y 1377.
El ingreso es por la Port des Champeaux, bajo dos bellas torres del fastuoso Palais Neuf. Resulta recomendable recorrer el Palais Vieux de estilo cisterciense, más fortaleza que iglesia; admirar los frescos del salón de caza, que nos recuerda que en la vida monástica no todo era estudiar y rezar, y visitar el comedor de banquetes de 45 metros y la Salle du Consistoire, centro de la vida cortesana donde se guardan los retratos de todos los papas.
No puede dejar de verse el trono papal en madera tallada, ubicado en el salón del palacio que también alberga otros valiosos ejemplares del mobiliario original. Resulta un verdadero placer contemplar el fresco de los profetas de un realismo inusual para la época.
El palacio episcopal alberga además un museo, el Petit Palais, con ricas pinturas medievales, obras francesas y renacentistas italianas, entre las que se destaca una tierna versión de la Virgen y el Niño, de Botticelli.
Si se visita Aviñón en verano existe la oportunidad de asistir al festival que se celebra en julio. El patio central del Palacio Neuf sirve de escenario a espectáculos de mimos, obras de teatro y cabaret, y su importancia es tal que se ha convertido en uno de los principales acontecimientos culturales de Europa.
En la ciudad existen excelentes compañías de teatro con obras de vanguardia que acaban presentándose en París. El célebre Teatro des Carmes es el plato fuerte del festival de Aviñón, como también el teatro "marginal" que compite con el de Edimburgo (Avignon Public Off) que cuenta con director propio y taquilla.
Pegado al Palacio de los Papas se erigió la catedral Notre-Dame-des-Doms, que data del siglo XII y sufrió varias destrucciones y reconstrucciones. Incluso en el siglo XIX se añadió una imagen dorada de la virgen y el altar mayor se trasladó a un costado, donde se encuentran enterrados dos pontífices. Detrás de la catedral se encuentran los jardines Rocher des Doms, el primer asentamiento de Aviñón.
Cuna de los mejores chef
La hora del almuerzo encuentra a los turistas en la cuna de los mejores chef de la historia culinaria francesa y es suficiente mirar los puestos del mercado para entender esta afirmación. Actualmente los menús reflejan la pasión por los productos regionales y entre las múltiples opciones el recomendado es Daube de boeuf, carne de vacuno guisada al vino tinto en una cacerola llamada daubiére, acompañada de algunos de los vinos tintos de la zona, más livianos que los del Ródano, pero igualmente buenos.
Es también durante el siglo XIV que florecieron las artes, sobre todo durante el reinado de René, que es cuando se creó la Escuela de Aviñón, de influencia flamenca. Un paseo por sus calles devela secretos y descubre mansiones elegantes, como la casa del rey René, en la calle que lleva su nombre.
La Aviñón neoclásica aparece en palacios de época con bellos portales y escaleras. Las plazas revelan preciosas perspectivas y un sitio propicio para descansar es la Place de l'Horloge, abierta en el siglo XV y que debe su nombre al reloj de la torre del Ayuntamiento.
A pocos metros se encuentra el museo Théodore Aubanel que ocupa una casa que perteneció a la familia, célebre por su profesión editorial. Allí es posible observar colecciones de libros en ediciones de literatura provenzal, documentos relativos a la vida de Aviñón en el siglo XIII, cartas que el poeta Aubanel recibió de Dumas y una sala dedicada a los métodos manuales de impresión.
Aviñón y Villeneuve-lès-Avignon están unidas por el puente St. Bénézet sobre el río Ródano, al que protege la Tour de Phillipe le Bel. Es posible realizar visitas guiadas por 7 francos y subir los 176 escalones de la torre para poder deleitarse con bellas vistas de la ciudad papal. Este puente es el tema de la famosa canción Sur le Pont d`Avignon, construido en el siglo XII y reconstruido en el siglo XIII, de base romana. Hoy sólo conserva 4 de los 22 arcos que lo componían primitivamente.
A la hora de pensar en las compras, uno de los preferidos son los productos de la tierra. Imposible resistirse ante las aceitunas curadas y aromatizadas con hierbas, pero no hay que temer atiborrar las valijas con productos alimenticios frescos porque los envases, frascos, tarros y cajas, semejan obras de arte.