Sara Lemel
Jerusalén. - Mientras el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, permanece encerrado en su casa de Ramala, rodeado por tanques israelíes y políticamente aislado, en Israel se especula cuál será el próximo paso del primer ministro, Ariel Sharon, en su "lucha contra el terrorismo".
Después de que el gobierno israelí declarara que Arafat "no es un interlocutor válido", ahora espera que, a largo plazo, surja un seguidor más apropiado para retomar el diálogo con los palestinos. Pero que esto se haga realidad es sumamente cuestionable.
El ministro de Defensa israelí, el laborista Benjamin Ben-Eliezer, dice partir del principio de que "en el seno del liderazgo palestino surgirán personas dispuestas a negociar sobre los temas que nos separan". Desde círculos del gobierno israelí se afirma que Israel quiere animar a los palestinos más moderados del círculo de Arafat a que asuman el poder, como por ejemplo el representante del presidente de la ANP, Mahmud Abbas, el presidente del Parlamento, Ahmed Qrei o los jefes del servicio secreto palestino en Cisjordania y la Franja de Gaza, Gibril Radyub y Mohammed Dachlan, respectivamente. Pero si esto fracasa, se corre el peligro de que los grupos radicales islámicos tomen el poder y suman a la región en el caos total.
La meta táctica de Sharon es, según los observadores políticos, continuar por el momento con las acciones militares y, con ello, destruir el mayor número posible símbolos nacionales palestinos.
Como Arafat, pese a los sangrientos atentados, sigue sin actuar de manera decidida contra los extremistas, el ejército israelí planea ir de pueblo en pueblo y arrestar por su cuenta a los activistas.
Nachum Barnea, del diario israelí Yedioth Ahronoth, opina que "si el ejército hace todo lo que le está permitido, es muy improbable que Arafat o sus organizaciones sobrevivan a esto".
Comentaristas políticos indican que pese a que Sharon actúa con éxito y con apoyo de Estados Unidos y de la Unión Europea -aunque con fuertes reservas- contra el humillado Arafat, todavía no ha presentado ninguna estrategia política clara para la "era post-Arafat" y el futuro de la región sacudida por la crisis.
Crisis doméstica
Pero Sharon también podría afrontar la semana próxima una nueva crisis, esta vez de puertas adentro. Sus socios ultraderechistas en el gobierno amenazan con salirse del gabinete si Sharon no derriba a la ANP y envía al exilio a Arafat.
Su nuevo favorito es el ex premier Benjamin Netanyahu, quien ha vuelto a saltar a la palestra política y que apoya las demandas de los ultraderechistas.
Pero si Sharon cede a las demandas de este sector, entonces se verá amenazado por otra crisis: la salida de los laboristas, y con ellos su ministro del Exterior, Shimon Peres y del citado Eliezer de Defensa.
El columnista Joel Marcus, del Haaretz, opina ayer que Sharon, dado el apoyo internacional y el aislamiento de Arafat, empieza a sentir aire fresco por primera vez en su larga y polémica carrera política. Pero, aclara Marcus, "estar en el séptimo cielo no es ninguna postura política".
Sharon tiene que aprovechar la ocasión para presentar un auténtico plan político, ya que los sentimientos contra Arafat no cambian el apoyo básico del mundo para que Israel ponga fin a la ocupación de los territorios palestinos y se cree un Estado palestino independiente.
Los "delirios de grandeza de Sharon podrían acabar en lágrimas", advierte Barnea. (DPA)