Arafat para nosotros no tiene ninguna credibilidad, no le creemos más. La única forma de tratar con él es no recibir palabras sino hechos. Y parece que por fin la comunidad internacional se despertó y le está exigiendo lo mismo a Arafat: hechos. Que no significan solamente detener gente, sino también confiscar armas, prohibir la incitación a la violencia y el odio a los judíos en los medios de comunicación y en los libros escolares. Las manifestaciones de jóvenes encapuchados que se presentan como candidatos a suicidas, son públicas y permitidas. El permitió todos estos años esta política. Tenemos videos de la TV palestina destinados a niños donde se incita al odio y a matar israelíes, y no son de ahora, sino de hace tres o cuatro años, cuando el proceso de paz estaba en pie. Y los libros de la red escolar palestina tienen cosas terribles. Si después de siete años de proceso de paz no cambió el ambiente, la psicología, Arafat sólo puede culparse a sí mismo, porque no fue capaz de llevar a su pueblo a un proceso de conciliación, que es un compromiso muy duro. Hay que definir una realidad nueva, admitir que hay que vivir con el otro, que el otro está ahí, que tenemos que vivir juntos y que no vamos a poder tener todo lo que deseamos. Eso ocurrió en Israel, donde había oposición a las concesiones del proceso de paz. Pero el gobierno ha hecho siempre el esfuerzo, con más o menos éxito, de explicar al pueblo que hay que hacer el sacrificio. Así se explicaba a los niños en las escuelas, que había que marchar a un proceso de paz. Cuando el terrible atentado en una confitería de Tel Aviv en el que murieron 22 adolescentes, decidimos no tomar represalias para ver qué hacía Arafat. Detuvo a algunos terroristas durante un día y luego liberó a todos. Allí dijimos bueno, basta. Y ahora esto lo dice Estados Unidos, y también la Unión Europea. Pensamos que el debería tener la capacidad de detener el terrorismo. Tiene 50.000 policías y servicios de inteligencia. Parece que no tiene la voluntad de hacerlo. Puede que sienta que no tiene apoyo de la opinión palestina. En este caso, si él no puede controlar a su propia gente, si no puede frenar el crecimiento de las organizaciones fundamentalistas islámicas, entonces, ¿Por qué tenemos que negociar con él?
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