Año CXXXV
 Nº 49.324
Rosario,
sábado  08 de
diciembre de 2001
Min 15º
Máx 22º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com






La inseguridad se hace sentir con nuevas formas del delito
Falsos inspectores, arrebatadores y ladrones convierten a la violencia en una experiencia cotidiana

Ladrones que se hacen pasar por inspectores de la Empresa Provincial de Energía o de compañías telefónicas. Arrebatadores listos para dar el zarpazo en las esquinas con semáforos. Jóvenes que recorren las tiendas del centro para apoderarse de alguna ropa. El delito, dato constante en la vida cotidiana de Rosario parece alternar nuevas y viejas modalidades, según el relato de las víctimas.
"Las mecheras envuelven con papel de aluminio las carteras para que no suene el sensor de la alarma y de esa manera se van con la mercadería", explica Raúl Escalante, encargado de seguridad de la tienda Falabella. Esta modalidad delictiva tan antigua como recurrente parece que obligó a agudizar el ingenio y la inventiva a las mujeres que se apoderan de mercadería en las grandes tiendas y supermercados desde que se implementaron controles más rigurosos para evitar los hurtos.
Estas mujeres con "pinta de señoras de primera" recorren las estanterías de las tiendas del centro de la ciudad y apelan a diversas modalidades para llevar a cabo su tarea. A veces ingresan al negocio, según comenta Escalante, simulando ser clientes. "Compran una prenda y la pagan en la caja. Entonces la cajera le saca el sensor. Después toman otra ropa y con la boleta anterior le dicen a la empleada que a la prenda no le sacaron el dispositivo de seguridad. La cajera se lo extrae y de esa manera se llevan una prenda sin pagar".
Otra de las modalidades delictivas que parece haberse instalado en los últimos tiempos tiene como víctimas a los automovilistas que se detienen frente a la luz roja del semáforo. Los ladrones actúan a plena luz del día y a cara descubierta.
Sandra integra el inventario de damnificados por este tipo de delitos. El hecho que la tuvo de víctima ocurrió cuando esperaba con su auto la onda verde en Catamarca y Callao. Un estallido la sacudió, aunque no tuvo tiempo de reaccionar y sólo pudo ver a un "pibe con una remera oscura" que escapaba en una moto junto a un cómplice con el botín en su poder. "Me rompieron la ventanilla del lado del acompañante y me sacaron la cartera y la campera".
Sandra comenta que la abrupta aparición del ladrón "la sorprendió" y sospecha que "la venían siguiendo en la moto". Pero también han ingresado en el mundo del delito los llamados hombres araña que nadie sabe cómo se deslizan por las elevadas paredes de los edificios de departamentos.
Por su parte, Laura vive en un casa de Sargento Cabral y Urquiza y todavía no sabe cómo un desconocido se paró frente a ella cuando estaba escribiendo en su computadora, aunque presume que el "tipo se trepó por el edificio de al lado y se metió en el pasillo".
Cuando la mujer se topó con el intruso -"un pibe joven con la mirada sacada"- se quedó inmóvil, aunque el desconocido le clavó la mirada esperando la reacción de Laura.
La dueña de casa gritó pidiendo ayuda y el presunto ladrón salió corriendo, pero no llegó muy lejos. La policía lo atrapó cuando intentaba escapar.
Para un investigador de la policía rosarina que suele analizar el modus operandi de los maleantes, las modalidades delictivas "cambiaron mucho en los últimos quince años" y sostuvo que "los ilícitos aumentaron, pero adquirieron características más dinámicas".
El uniformado está convencido que "creció el número de delincuentes". Pero también explica lo que define "como la cultura de la violencia o el resentimiento". Dentro de esta categoría social, según el oficial consultado, están los adolescentes que en determinados barrios "les roban a otros jóvenes las zapatillas y el reloj", empuñando a veces "una sevillana".
Un dato de los últimos tiempos, que no se explica por esas razones, es el surgimiento de ladrones que atacan a ancianos haciéndose pasar por empleados de la Empresa Provincial de Energía o de Telecom. Los casos son preocupantes, en este sentido, por dos razones: por la frecuencia con que se cometen y porque prácticamente ninguno puede ser esclarecido por la policía.
Informe: Carla Rizzotto


Diario La Capital todos los derechos reservados