Rodolfo Montes
El secretario general de la Presidencia, Nicolás Gallo, imagina un futuro de acuerdo con los referentes políticos de todos los partidos argentinos. "En este momento tenemos una gran cantidad de temas donde estamos de acuerdo todos los argentinos, y la crisis obliga a realizarlo". Gallo recibió a La Capital en Balcarce 50, cuando en la Plaza de Mayo se multiplicaban las protestas de todos los sectores. Se mostró calmo, confiado y esperanzado en encontrar una salida a la crisis. A contramano del pulso callejero que palpita el peor de los finales.
Gallo, como en otro tiempo lo hizo el vocero Juan Pablo Baylac, cree que parte del escepticismo que campea en la sociedad es culpa del periodismo. "La prensa argentina tiene el hábito de titular raro", se quejó.
Su teoría crítica de la prensa nacional se terminó de confirmar cuando, sin proponérselo, encontró un aliado insospechado: "Hace unos meses estuve con Henry Kissinger, que conoce bastante de los diarios del mundo. Me dijo: «No hay país en el planeta donde la prensa ponga los títulos que se ponen en Argentina, suelen tener poco que ver con el texto»". Entusiasmado con el tema, se permitió recomendar que, para salir de la curva de recesión que vive el país, "también necesitamos la colaboración de la prensa, que deje de ver todo negro".
-¿Cuál es el plan para enfrentar una crisis tan severa?
-Lo primero es dar a la gente la mayor información posible para saber cómo se sale de la crisis. Hemos llegado a un punto grave. Tenemos recesión, que es igual a desempleo, y el desempleo es igual a la desesperanza.
-Si el Fondo Monetario resta el apoyo, ¿es el final?
-La gente puede llegar a entender que su esfuerzo es inútil porque el FMI no colabora. Pero la verdad es que el Fondo no dijo que no iba a dar los 1260 millones que estamos esperando. Dijo que lo iba a seguir estudiando, porque le falta información para poder analizar en profundidad lo que tiene que ver con los planes de desarrollo del 2002 y 2003, que se expresan a través del presupuesto.
-¿Quiere decir que la información que dio toda la prensa es incorrecta?
-No sé por qué la prensa no publicó lo que dice el cable. El Fondo dijo textualmente: "Vamos a seguir analizando". Por lo demás, hemos recibido un enorme apoyo de la comunidad internacional y lo vamos a seguir recibiendo, pero el primer gran esfuerzo es el de todos los argentinos.
-¿No cree que la gente ya se esforzó demasiado?
-Este último esfuerzo que les pedimos a los argentinos es metodológico, cultural: va a ocasionar molestias por diez días.
-Varios analistas coinciden en que estas medidas están destruyendo una franja informal de la economía.
-No es así. La economía informal rápidamente se va convertir a la formalidad. En muchos casos por comodidad, o por insolidaridad, se transita fuera de las normas. El ejemplo más claro es el millón de empleadas domésticas que con sólo 55 pesos mensuales pasarían a integrar a la economía. Y así hay varios sectores que muy rápido van empezar a tributar.
-Para producir ese cambio será imprescindible la voluntad de la partes. ¿El gobierno tiene la credibilidad necesaria?
-Más que credibilidad necesitamos aplicar el rigor de la ley. Los argentinos tenemos una cultura de andar fuera de la ley, pero la consecuencias son graves, porque una parte de la sociedad subvenciona a la otra, y eso no puede seguir.
-Sin el apoyo explícito de los organismos internacionales de crédito, de los sectores políticos de la oposición, ni de los defensores de la ortodoxia de mercado, ¿qué tipo de salida imagina para la crisis?
-Estamos buscando un rumbo propio a través de ciertas modificaciones. Es evidente que el mercado solo no resuelve las necesidades. Hay que intervenir y regular en todos los campos, incluso en los servicios públicos, que han demostrado falta de competencia en muchos casos.
-¿El PJ tiene un plan para sustituir a De la Rúa?
-No lo creo. Apenas algún grupo minoritario, como podría ser el del ahora senador Luis Barrionuevo, quien dijo cosas agraviantes sobre la figura del presidente. Creo que es por un problema de falta de formación, no se da cuenta de que cuando ataca al presidente, se desacredita a él mismo como parte de la dirigencia política.
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La Ciudad
