La jornada en la city rosarina se vivió ayer con un poco más de calma que el miércoles. La mayor demanda dentro de los bancos volvió a centrarse en la apertura de miles de cajas de ahorro, evidente en las largas colas y los cientos de números con que la gente esperaba su turno, con un consecuente y visible malhumor. En segundo término se ubicaron las consultas por las cuentas corrientes y los plazos fijos, inmovilizados por las recientes medidas. Pero lo que marcó diferencias con los días previos fueron los avatares del dólar, teóricamente en paridad con el peso por la vigencia de la convertibilidad. Sin embargo, muchos bancos directamente no los vendieron y a otros se les acabó rápidamente el stock, mientras que en las casas de cambio el precio oscilaba entre 1,08 y 1,15, una cotización inédita para la divisa norteamericana.
Durante el cuarto día de vigencia del sistema de restricciones para extraer efectivo, las entidades bancarias rosarinas se vieron levemente más distendidas que el día anterior, aunque seguía siendo notable la masiva afluencia de público. Las más concurridas fueron las sucursales del Banco Francés, el Boston, el Lloyds y el Nación, que mostraron sectores literalmente abarrotados.
Las inquietudes del público se concentraron básicamente en la apertura de cajas de ahorro o cuentas, y en las consultas sobre las diversas alternativas de pago con chequera, pago electrónico de servicios, débitos automáticos y transferencias de fondos entre cuentas y entre bancos.
Mientras esperaba su turno, la gente no paraba de hablar con sus vecinos de cola. Y el tema no podía ser otro: las palabras devaluación, dolarización, débito, confiscación y hasta Lecop se escucharon hasta el cansancio. Y no precisamente de boca de los típicos operadores de la city, sino de señores y señoras comunes que forzosamente han empezado a bancarizarse.
En las charlas tampoco faltaron los consejos de los muchachos que saben, las discusiones y las mutuas confesiones de temores, obviamente vinculadas con el riesgo de "no llegar a ver nunca más la plata".
Los cajeros electrónicos también mostraron filas, no excesivamente largas, aunque el tiempo ocupado en las operaciones arrancó más de una queja, presuntamente por la inexperiencia de quienes operaban con ellas por primera vez o incursionaban en transacciones desconocidas hasta entonces.
La masiva concurrencia de clientes de los dos últimos días hizo temblar a los empleados bancarios, que presumían una "avalancha" para hoy, último día hábil de la semana.
En un contexto donde, a pesar de la vigencia de la paridad cambiaria, cada vez se habla más de dolarización, ayer los verdes pisaron fuerte.
Verde que te quiero verde
En algunos bancos directamente no hubo billetes estadounidenses disponibles, y en los que sí, las divisas se agotaron rápido: no porque se registrara gran demanda, sino porque se contaba con escaso stock. El Banco Municipal, por ejemplo, los vendió a 1,04 peso pero sólo hasta media mañana y el Banco de Santa Fe siguió hasta el cierre, pero con un tope de 250 por cliente de la entidad a 1,015.
Según fuentes consultadas por La Capital, la demanda de dólares no fue mucho mayor que en días previos. Pese a eso, la oferta subió la apuesta: después del mediodía, las casas de cambio cotizaron el dólar a 1,08 (Transatlántica), 1,10 (Exprinter) y hasta 1,15 (Daminato), mientras en Ossola informaban que habían agotado sus divisas, a 1,04, el día anterior.
Pese a eso, y en riguroso cumplimiento de la ley, los cajeros automáticos daban un máximo de 250 verdes respetando a pie juntillas la declamada paridad con el peso.