Año CXXXV
 Nº 49.323
Rosario,
viernes  07 de
diciembre de 2001
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Hace 19 días se incendió el barco donde viajaban y la empresa los olvidó
Más de una docena de marineros están abandonados en Rosario
El fuego interrumpió el viaje y se cobró la vida de un tripulante. Llevan dos meses sin cobrar el sueldo

Diego Veiga

El incendio de un buque hace 19 días se convirtió en el comienzo de un calvario para 14 marineros que están varados en la costa rosarina. Pese a que el accidente provocó la muerte de un operario y las llamas destruyeron la cocina y las pertenencias de los tripulantes, la empresa para la que trabajan parece haberse olvidado de ellos. Hoy siguen allí, sin cobrar sus sueldos desde octubre, sin más ropa que la puesta, con pocos elementos de higiene y la moral destruida. "Les salvamos el barco de un incendio total y así nos pagan, estamos sólos y abandonados", se quejaron.
Se trata de la tripulación del Corrientes II, un buque de 150 metros de eslora que desde el 19 de noviembre pasado se encuentra amarrado en el muelle de la usina Sorrento. Ese día, un incendio en la cubierta principal cambió para siempre las vidas de quienes trabajaban a bordo.
"Fue terrible, yo sentí olor y al asomarme a uno de los pasillos vi que estaba lleno de humo. Salí a los gritos y ahí empezó todo", recordó ayer uno de los operarios que, a 19 días del accidente, aún sigue esperando que la empresa para la que trabaja -Yacimientos Carboníferos Río Turbio SA- se haga cargo de todas las pertenencias que perdió en el siniestro.
Pero hay más. Según denunció el secretario de la seccional Rosario del Sindicato de Obreros Marítimos Unidos (Somu), Rubén Arredondo, "la empresa no les paga los sueldos desde mediados de octubre y no abona lo que les corresponde por comida".
El gremialista explicó que "cuando la cocina no funciona, la empresa debe pagar 15 pesos diarios a cada tripulante en concepto de comida". Ese pago quedó interrumpido el domingo pasado. Desde el lunes, un cadete llega dos veces por día con raciones de alimentos para la tripulación.
Los 14 viven a bordo de la embarcación, donde todavía se respira humo y las comodidades no abundan. "Me levanto todas las mañanas con dolor de cabeza porque tengo que dormir en un camarote en el que todavía huele a humo", confesó uno de los mecánicos.
A su lado, Mario Estrada, otro de los operarios abandonados en el Corrientes II, también contó su historia. "Mi camarote quedó destruido por el fuego y toda mi ropa estaba adentro. Desde ese día vivo con lo puesto", admitió mientras se agarraba su mameluco azul.

De héroes a olvidados
Los tripulantes del buque son argentinos y la historia de su odisea comenzó a principios de octubre. Por esos días, el Corrientes II zarpó de Río Gallegos con rumbo al puerto de San Nicolás, con una carga. Luego de cumplir su tarea en los muelles nicoleños, la nave se dirigió a Rosario "para realizar algunas reparaciones". El mediodía del 19 de noviembre, un incendio los sorprendió amarrados al muelle de la Usina Sorrento. Pocos días después, pasaron de ser héroes a olvidados.
"En el incendio luchamos como nunca. Rompimos vidrios, entramos a camarotes llenos de humo y logramos controlarlo. En realidad, salvamos el barco", señaló Carlos D'Agostino, un operario que ayer no salía de su asombro, ya que recordó que dos días después del accidente fueron tratados como héroes por la empresa. "Vino un empresario y nos aseguró que nos mandarían ropa y que no tendríamos problemas. Estaba agradecido por lo que habíamos hecho", se ufanó.
Pero la promesa se esfumó, como también sus salarios y comodidades. "Estuvimos una semana sin agua y subsistimos gracias a que desde la usina nos tiraron una manguera", contaron.
El buque, en tanto, no puede abandonar el muelle. "El timón y algunos camarotes están averiados, pero además la Prefectura de Rosario lo tiene bajo custodia por la muerte de un operario", explicó Arredondo.
Se trata de Eduardo Almirón, un tripulante del Corrientes II, de 58 años, que perdió la vida en el incendio. "Dicen que murió por asfixia", indicó ayer uno de sus compañeros.
Mientras el tiempo pasa, ellos siguen allí. Ya no navegan por el río sino que ahora surcan un mar de dudas. No saben qué será de sus vidas, pero se aferran al barco que salvaron de un incendio total. Alguna vez fueron héroes, hoy están olvidados.



El barco permanece en el muelle de la usina Sorrento.
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