El hombre ingresó a la joyería de Ayacucho al 5800 y preguntó cuánto costaba grabar su nombre en un anillo. "Seis pesos", le respondieron. Después dudó unos instantes, retrocedió unos metros y cuando parecía que se retiraría extrajo un arma. Así de simple, en cuestión de segundos y sin pegarle a alguien, encañonó a las tres personas que estaban en el lugar, se apoderó de unos 20 pesos en efectivo y también de joyas por un valor cercano a los 200 pesos. El ladrón escapó a pie, pero en la esquina lo esperaba un cómplice en bicicleta.
Sucedió ayer, poco antes de las 10, en la joyería Luna, ubicada en Ayacucho entre Centenario y Láinez, en la zona sur de la ciudad. Germán Luna, propietario del local, y Marié Ortiz, empleada, se encontraban junto a una clienta que había llegado con la intención de reparar un reloj. En eso estaba Germán, sentado frente al tablero de herramientas e instrumentos especial para ese trabajo.
Cliente falso
"El tipo ingresó como si nada. No nos llamó la atención. Estaba vestido y peinado prolijamente y por su puesto tenía el rostro descubierto", recordó Germán. El hombre se ubicó primero detrás de la clienta y enseguida preguntó si en ese lugar realizaban grabados de anillos. Ortiz contestó en forma afirmativa y repreguntó: "¿Vos qué deseás?". "Quiero grabar mi nombre en este anillo", dijo el presunto cliente.
"Son seis pesos", contestó Germán desde su escritorio ubicado a pocos metros del mostrador. Los testigos contaron que después el hombre retrocedió hasta unas vitrinas donde se exhiben cadenitas, pulseras y anillos. Parecía interesado en comprar un juego y hasta incluso amagó con retirarse. Pero para sorpresa de todos extrajo un arma. Así le apuntó a la clienta y a Ortiz y le pidió todo el dinero a Germán.
"Flaco no tengo un mango; recién abrí", le dijo Germán al ladrón. El delincuente manoteó menos de 20 pesos que había en la caja y después, no conforme con el escaso efectivo, pidió "el oro". El dueño del negocio tuvo que entregarle una docena de anillos, aros y otras alhajas de ese metal que estaban para la venta. El ladrón actuó con total naturalidad y nunca se mostró intranquilo o alterado por alguna sustancia.
Con movimientos lentos guardó uno por uno los objetos en una bolsa de plástico parecida a las del supermercado y salió a la calle. Según contó Germán, el delincuente corrió hasta Láinez, donde aparentemente lo esperaba un cómplice. De allí ambos siguieron en bicicleta en dirección al oeste. Los efectivos de la seccional 11ª y el Comando Radioeléctrico llegaron en pocos minutos, pero los sospechosos no pudieron ser localizados.
Horas después del atraco, Germán se mostró preocupado ante la importante disminución de dinero en efectivo circulante como consecuencia de las últimas medias económicas. El comerciante opinó que las joyerías y relojerías serán los rubros más golpeados por el delito. "Como ahora no habrá tanto dinero, los ladrones van a ir por el vil metal", dijo en relación a los artículos de oro.