Washington.- Frank Lindh respira aliviado por saber que su hijo ha sobrevivido. Afirma que le gustaría abrazarlo pronto, pero también darle un ligero puntapié en el trasero, por haber ido sin consentimiento ni conocimiento de sus padres justo a Afganistán.
Sin embargo no será tan liviana la reprimenda para John Phillip Walker Lindh, a quien esperan posiblemente años de prisión, si no la pena de muerte. Se trata del "talibán estadounidense", el joven barbudo de 20 años de rostro dolorido por las heridas, cuya imagen recorrió el mundo después de haber caído prisionero de la Alianza del Norte en Afganistán.
John Walker forma parte de los escasos 86 sobrevivientes talibán de la revuelta de prisioneros en Mazar-i-Sharif, que costó la vida a cerca de 600 personas. En total ya son tres los combatientes talibán que alegan ser ciudadanos estadounidenses. En el caso de John Walker, quien había adoptado el nombre de Abdul Hamid y ha sido entregado a militares estadounidenses, no caben dudas. La madre y el padre en la lejana California lo reconocieron a través de imágenes de video y televisión. Su hijo se había convertido al Islam a los 16 años y había desaparecido hacía medio año sin dejar rastros.
Luchar junto a los talibán y contra Estados Unidos es ya de por sí bastante grave a ojos de los estadounidenses, pero si el combatiente es además compatriota, la situación se vuelve más compleja aún. Nadie sabe actualmente en Washington cuál será el destino del joven, que había emprendido un "viaje religioso" que lo llevó vía Yemen y Pakistán hasta las filas talibán afganas.
"Es lo único que nos faltaba, es lo último con que hubiese querido enfrentarse en estos días el gobierno estadounidense", reconoció un alto funcionario al canal de noticias CNN. Los tribunales militares que deben juzgar por disposición del presidente George W. Bush a los integrantes de la organización terrorista Al Qaeda y a los militantes talibán sólo han sido concebidos para extranjeros.
Traición a la Patria
Pero John Walker es estadounidense. Por ello debería comparecer ante un tribunal federal, donde se lo podría acusar de traición a la patria. "Es el único cargo que se puede plantear para una acusación en su caso", señalan expertos en derecho penal. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld contaría con todos los derechos que le corresponden.
Pero antes de llegar a esa instancia será tratado de sus heridas de bala y esquirlas de granada, a la vez que será interrogado por personal militar estadounidense. Algunas cosas ya contó John Walker: junto a otros militantes talibán se refugió en un túnel de la prisión de Mazar-i-Sharif durante la represión de la revuelta de prisioneros por parte de las fuerzas de la Alianza del Norte, apoyadas por bombardeos estadounidenses.
Las milicias antitalibán bombearon combustible en los túneles subterráneos, según Walker, y les prendieron fuego. Quien salía vivo recibía andanadas de fusilería.
En el distrito californiano de Marin, al norte de San Francisco, donde creció John Walker, sólo se habla de la vida de su habitante más célebre. John se convirtió al islamismo después de leer la autobiografía del dirigente negro Malcolm X.
Andaba por el barrio ataviado con las largas vestimentas árabes y se dejó crecer la barba. De familia católica y bautizado John en homenaje a John Lennon, adoptó el nombre de Sulayman al Faris y a los 17 años, en 1998, inició un viaje de estudios religiosos a Yemen y luego a Pakistán. Allí vivió, según el mismo Walker, en una aldea con "gran amor por los talibán" y retornó al año como simpatizante del islamismo más radicalizado.
Hace cerca de un año le dijo John a sus padres que se iba a Bannu, en Pakistán, a continuar sus estudios con el movimiento Tablighi Yamaat, una facción generalmente apolítica del islamismo. Entabló contacto con sus padres en mayo de este año para decirles que se trasladaba a las montañas para eludir el calor del verano.
Frank, el padre, recuerda a su hijo como un "muchacho bueno, tranquilo", que nunca habría tenido malas intenciones. "John es la última persona que uno podría esperar que fuera un combatiente", afirma el padre, "es una persona muy devota en el sentido religioso, encontró este otro camino y yo siempre lo apoyé en ello". (DPA)