Hoy será la última sesión ordinaria antes de la renovación de cargos. El Concejo que se va no logró, como otros, mejorar el transporte. Las radicación de las discotecas produjo idas y vueltas interminables. Hubo ediles que hablaron sin cesar y otros que se refugiaron en el silencio. Hubo gritos, casi golpes, sesiones veloces y otras interminables. Quedó pendiente la reconversión del Parque a la Bandera y el prometido ajuste político.
Los mudos
Los mudos. Hubo concejales que sólo abrieron la boca para bostezar. Son más de una decena, pero María Fregoni, Raúl Fernández y Oscar Daniele son los más representativos (fotos). La lista se completa con: Gloria Sotelo, Leonardo Panozzo, Patricia Lagarrigue, Omar Saab, Oscar Schroeder, Susana Bartolomé, Silvia Augsburguer, Rubén Rosa, María Usandizaga, Patricia Inmaculado, Alfredo Curi, Hilda Gontín, Héctor Ríos y Eugenio Camiletti.
La deuda interna
La deuda interna. A pesar de que hay dos proyectos presentados que piden reducir el número de concejales y mientras las voces se alzan pidiendo una disminución del gasto político, en el 2001 todo continuó igual. El Concejo siguió insumiendo 13 millones de pesos por año y cada edil se llevó cerca de 10 mil pesos por mes, entre su salario y lo asignado para asesores. La tan anunciada reducción quedará para otro año, por ahora, sólo forma parte de la gran deuda interna del 2001.
El gran papelón I
El gran papelón I. El 1º de noviembre quedará en el recuerdo como el gran papelón del Concejo Municipal. Ese día, los ediles debatieron más de ocho horas para decidir la incompatibilidad de Jorge Boasso, a quien se le cuestionaba su doble función de concejal y ejecutor fiscal. El bochorno llegó cuando Evaristo Monti y el radical casi se van a las manos. Entre cámaras y flashes, algunos asesores lograron evitar las escenas de pugilato.
El gran papelón II
El gran papelón II. El 15 de noviembre, el presidente del Concejo, Pablo Cribioli, intentó defenderse de quienes lo acusaban de ocultar una nota de Cultura de la Nación que recomendaba no demoler la capilla de Fisherton. Cribioli no tuvo mejor idea que hacer escuchar en plena sesión una grabación oculta que le hizo a una desconocida empleada porteña, que aseguraba que el mensaje podía perderse. El asombro fue mayúsculo, el papelón también.
La hora del discurso
La hora del discurso. Hay ediles que se caracterizaron por sus encendidos y polémicos discursos, que se volvían más acalorados mientras más cámaras desembarcaron en el recinto. El socialista Sergio Liberati, la peronista Marta Rubeo y el radical Federico Steiger (fotos) son algunos de estos concejales que no dudaron en golpear sus escritorios y gritar con fuerza al momento de defender algún proyecto. Y mejor ni hablar de cuando se enfrentaron entre ellos.
La estudiantina
La estudiantina. Hay concejalas que no pueden olvidar las mañas del secundario y de la facu. Como dos adolescentes, a las radicales Mónica Peralta y Daniela León el 2001 las sorprendió hablando e intercambiando papelitos durante todas las sesiones. León sólo hizo honor a su apellido cuando tuvo que rugirle a Boasso.
El solitario
El solitario. No votó el aumento del boleto a pesar de que todo su bloque levantó la mano. Tampoco apoyó la incompatibilidad de Jorge Boasso, ya que en el 94 lo había declarado compatible. Daniel Luna fue el único de los radicales celestes que pese a pertenecer a un sector aliado del intendente, cuestionó más de una iniciativa oficial. Fue el rebelde de la Alianza y eso le ocasionó un duro enfrentamiento con el líder de su movimiento, Angel D’Ambrosio. Defensor de los derechos humanos, entregó al Museo de la Memoria una copia de la causa Feced, donde constan los nombres de las víctimas y de los represores de Rosario durante la dictadura. Su discurso fue reflexivo y coherente, el mismo que a partir del 10 de diciembre sólo estará reservado para los alumnos de la Facultad de Derecho.