Mariano Bereznicki
Hay veces en que la vida golpea en lo más profundo del ser. Y es ahí donde hay que demostrar cierta entereza, anímica por sobre todas las cosas, para poder seguir transitando por este mundillo que está plagado se sorpresas. Y algo similar a esto le tocó vivir en carne propia al goleador canalla Luciano Figueroa, quien hace apenas unos días perdió a su hermano Martín, pero ayer dejó en evidencia que gracias al apoyo de su familia se puede salir adelante. Y el delantero contribuyó con tres tantos para que la cuarta de Central apabullara a Huracán 5 a 0 y el título del torneo Clausura quede en poder de los auriazules. Hasta desde el cielo parecieron escucharse algunos aplausos mientras los pibes daban la vuelta olímpica con los ojos llenos de lágrimas y todas las miradas estaban clavadas en Luciano. Qué tardecita vivió Central, pero en especial el pibe Figueroa, quien jugó un excelente primer tiempo y de yapa le reventó tres veces la red al Globo. Todo fue a pedir de los canallas. Mientras unas trescientas personas le daban color y calor a una jornada particular, dentro de la cancha los anfitriones desplegaban su fútbol, ese mismo que los depositó en lo más alto del campeonato. Mientras la defensa cerraba todos los caminos y el mediocampo era un verdadero murallón para Huracán, a los zagueros del Globo les tocó bailar con la más fea: el dúo goleador integrado por Poy y Figueroa. Y entre los dos, sumado al esfuerzo mancomunado, les dieron una sonrisa a todos los hinchas auriazules que se llegaron hasta la ciudad deportiva para vivir una jornada especial. Huracán no pudo hacer nada porque los auriazules hicieron todo. Acoglanis y Encina se comieron la cancha. Pipo Echagüe fue, como habitualmente viene sucediendo, el gran conductor de este equipo que demostró una vez más que cuenta con dos delanteros de primer nivel. Después de un primer tiempo donde los locales se fueron al descanso con tres tantos de Luciano Figueroa, quien por obvias razones se los dedicó a su hermano Martín, en el complemento Mauro Poy se encargó de estirar hasta cinco las cifras. Todo era una fiesta. Una verdadera fiesta. Si bien faltaba poco para el final, las lágrimas no se hicieron esperar y comenzaron a recorrer lentamente los rostros canallas. Todos esperaban el pitazo final, ese mismo que cuando llegó pareció unir en un gran abrazo a la familia canalla pero en especial a toda la familia Figueroa, que dio el presente a la cita con todos sus integrantes. Central se quedó con campeonato. Y bien merecido que se lo tenía porque fue el equipo que más goles marcó en los dos torneos (hizo 103) y esta divisional ya promovió a cinco jugadores al plantel profesional.
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