Es lógico que los rosarinos sepan que el agua que sale incolora de la canilla es la del río, esa misma que muestra un color marrón. Y es porque la mayoría está al tanto de que atraviesa por un exhaustivo proceso de potabilización. Sin embargo, pocos conocen cómo se realiza esa purificación, ni que dura casi 12 horas desde que se toma del Paraná hasta que llega a las canillas. Es más, en Juan José Paso y Echeverría (zona norte) hace 114 años que está la planta potabilizadora que distribuye el agua a 1.150.000 habitantes de Rosario, Villa Gobernador Gálvez, Capitán Bermúdez y Granadero Baigorria a través de la empresa Aguas Provinciales de Santa Fe. Y no todos conocen su existencia. Sólo unos pocos saben cómo el agua que se capta del río con una turbiedad de 100 unidades nefelométricas pasa a tener un número inferior a 0,5 unidades. Y no muchos son conscientes de que cada rosarino -o de la zona de cobertura de la empresa provincial- consume un promedio de 450 litros de agua por día. Y que desde que Aguas Provinciales se hizo cargo del servicio, el récord de consumo se registró el 5 de enero del año pasado, cuando cada persona usó 560 litros de agua. Los picos de consumo se registran a las 12.30, a las 18.30 y después a las 22, pero más bajo. "Es muy fácil conocer los hábitos de las personas mediante el análisis de los picos de consumo. Por ejemplo, los domingos la gente se levanta tarde y esto se ve porque empiezan a usar el agua a partir de las 10", explicó el jefe de prensa de Aguas Provinciales, Guillermo Lanfranco. Ese proceso de potabilización que hoy se lleva adelante con la maquinaria y la tecnología necesarias como para garantizar la potabilidad del agua, se realizó por primera vez y bajo un método más precario en 1887. La Capital recorrió la planta potabilizadora de Aguas Provinciales con el jefe de producción de Rosario, Elio Mauro, y se interiorizó sobre el proceso de purificación. Es que el lugar cumplió el 30 de noviembre pasado 114 años de existencia. El primer paso del proceso es la captación del agua, la que se hace a través de un tubo internado 40 metros en el río. "Después, el agua llega a la sala de máquinas y pasa por ocho bombas que la impulsan hacia la cámara de carga. De este líquido, el 65 por ciento se envía al proceso tradicional y el resto al módulo de potabilización Densadeg, un sistema muy avanzado que permitió subir la producción de 350 mil litros por día a 550 mil", explicó el experto. En una parte de la sala de máquinas está el sistema de control por computación, donde se observa, se supervisa y hasta se puede parar el proceso si alguna complicación así lo requiere. "Nunca te podés quedar sin desinfectar el agua, no puede faltar sulfato de aluminio ni cloro". Las palabras de Mauro son precisas, por eso después detalla que estos dos componentes se agregan en los procesos de coagulación y desinfección, respectivamente. Esta parte del proceso se realiza en grandes piletones (decantadores), donde se puede observar perfectamente cuando el agua pasa de ser marrón a incolora. Pero todavía falta la filtración (se elimina cualquier resto de barro que pudiera haber quedado en el agua), la alcalinización (agregado de cal para reducir la acidez e impedir que se deterioren las cañerías) y el bombeo y distribución a las estaciones. "El agua es apta para el consumo humano sin ningún tipo de agregado ni tratamiento posterior", aclaró Mauro. Sólo hay que mantener el tanque del edificio o la casa en condiciones para evitar un riesgo de contaminación.
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