Primero fue en Núñez, en su propia casa ante Huracán. Seis meses después, en Parque de los Patricios. Esta vez las chances de River se cayeron en Avellaneda. Por tercera vez consecutiva dejó escapar un campeonato. Y Racing se fue contento con el punto del torneo. Y River también festejó... la victoria de Bayern Munich. El domingo River hizo méritos para que Racing salga campeón. Porque tuvo todo para ganarle. Para vapulearlo. En el complemento dispuso de tres chances para estirar la ventaja e ilusionarse con el campeonato, pero no... Eligió poner la colita cerca de Comizzo. Defender el 1 a 0. No tuvo la reacción necesaria en los últimos minutos y se dejó patotear por un Racing que estaba muerto anímicamente. De hecho, cuando el equipo de Ramón estuvo cerca del segundo, los hinchas de la Academia casi no abrían la boca. Después del chucho colectivo, sí se desataron y festejaron la victoria ante River que les dará, tras 35 años por fin, un campeonato local. Sin jugar muy bien que digamos, pero debe reconocerse que Racing puso el alma y algo más, no como River que pecó, otra vez, de pecho frío. Con relación al resto de la fecha, Nueva Chicago sufrió como una madre, perdió el clásico con Vélez y horas más tarde se quedó sin técnicos. Banfield tocó el cielo con las manos al ganarle a Boca, aunque enseguida vuelve a la realidad cuando ve la tabla de los promedios. San Lorenzo preocupó más aún a Talleres de Córdoba. Rosario Central e Independiente siguen en la mala. Y Belgrano de Córdoba se va conformando puntito a puntito. Otro tema: cuando se crearon los torneos cortos, uno de los argumentos de Grondona fue que iban a tener grandes emociones en las definiciones. Pregunta: ¿cuál es la emoción que le queda a este campeonato? Otra pregunta: ¿cuántos torneos de estos se definieron realmente en un apretadísimo y emocionante final en las últimas dos fechas? Contados con los dedos de una mano. Es más, en los últimos siete años, de 14 torneos sin incluir éste hubo sólo tres definiciones cerradas y emotivas. Ahí, en el estribo del torneo. No es, lo que se llama, un promedio apasionante. El Clausura del 94, cuando el Independiente de Miguel Brindisi goleó a Huracán por 4 a 0 en Avellaneda. Fue espectacular desde la movilización de los hinchas del Globito, que habían llegado arriba a aquella última fecha. Tal vez la más espectacular e imprevista de todas fue la del Clausura del 95, con San Lorenzo ganándole a su amigo Central en Rosario y Gimnasia sufriendo al diablo Mazzoni. El torneo pasado también tuvo una definición tremenda. A las seis de la tarde Boca era boleta, pero River falló feo ante Huracán que no jugaba por nada, en el mismísimo Monumental. Como se decía en el comienzo.
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