Año CXXXV
 Nº 49.320
Rosario,
martes  04 de
diciembre de 2001
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"Quería triunfar en mi país", afirmó el cantante
Jairo editó sus mejores canciones en cuatro discos compactos
Dijo que la obra -CDs, fotografías y dibujos- es un buen modo de repasar su carrera

Marcelo Menichetti

Esta semana sale a la venta "Puro Jairo. Canciones 1970-2001", una obra que reúne en tres CD lo más selecto de su producción y en un cuarto se reedita "Jairo canta a Borges", la obra grabada en 1975 con poemas del escritor insignia de la Argentina musicalizadas por reconocidos compositores que forman parte de "Borges cantado".
Aunque grabó casi 500 canciones en más de 40 discos y está considerado como uno de los mejores cantantes argentinos de la actualidad, lo que caracteriza a Jairo es su humildad. Quizá la seguridad que le brinda su garganta inacabable o las duras experiencias vividas en los inicios de su carrera hayan templado su corazón como para que no le tiemble la voz al contar parte de su historia.
En una charla con Escenario Jairo repasó algunos tramos de su su historia, quizá impensada en las polvorientas siestas de su Cruz del Eje natal, cuando todavía era un changuito que se le animada a "Rucucú paloma", la primera canción que cantó en Buenos Aires.
-¿En qué consiste la obra "Puro Jairo"?
-Es un recorrido por todas las canciones que canté y que la gente me pide. Decidí editarlas nuevamente y muchas de ellas son versiones inéditas. La edición, que también trae un libro donde hay fotografías, críticas sobre algunos shows y dibujos originales míos. También incluye un disco que grabé en 1975 con poesías de Jorge Luis Borges musicalizadas por grandes compositores.
-¿Es una autobiografía musical?
-Más o menos. Creo que es una buena manera de repasar mi carrera.
-Una de sus últimas obras grabadas está dedicada al Che Guevara, ¿qué lo decidió a grabarla?
-En primer lugar, me lo propusieron. Oscar Cardozo Ocampo y Hamlet Lima Quintana estaban haciendo la obra. Las letras estaban escritas, en realidad los poemas ya que es un libro de poemas titulado "El diario del regreso" al que Oscar le puso música. Al musicalizarlos pensaron que yo podía ser el intérprete. Me gustaron mucho las canciones, me parecieron extraordinarias. También influyó la fascinación del Che Guevara, que es uno de los pocos personajes argentinos universales.
-Tanto Rosario, la ciudad de nacimiento, como Córdoba, donde el Che residió, se quieren llevar el crédito de ser su patria chica....
-Yo vi en la Bodeguita del Medio, en La Habana, una camiseta de Rosario Central colgada en la pared, porque cuando llevaron los restos de Guevara a Santa Clara, fue una delegación de rosarinos que eran hinchas de Rosario Central y llevaron esa camiseta. Hay otras cosas de Rosario en el museo de Guevara en Santa Clara. Es decir que todos se lo atribuyen, pero algunos hacen más porque se note... (risas).
-¿Cómo se dio su sociedad artística con el poeta cordobés Daniel Salzano? ¿Lo conoció en Europa?
-Nos conocíamos de acá. En realidad cada uno conocía lo que hacía el otro aunque no nos habíamos visto nunca. Un día me escribió una carta muy graciosa -todas las cartas que escribe Daniel son muy graciosas- y una relación epistolar con él es siempre enriquecedora porque es un tipo fantástico. Cuando vivía muy cerca de París recibí una carta que me llamó la atención cómo estaba escrita y, además, que estuviera escrita por un cordobés que relataba un hecho puntual que había sucedido en Córdoba: todo eso para llegar a mí con un par de canciones que no tenían intérprete y un amigo común le aconsejó que me escribiera. Leí fascinado la carta; me pareció extraordinaria. Al final me decía: "En mi casa, en el fondo de un pasillo, tengo colgada la sotana de un obispo y sobre ella está clavado el escudo de Córdoba. Ahí se detienen los patriotas antes de pasar a la cocina"... (risas). Para mí fue una alegría muy grande porque sentía una gran admiración por él desde los primeros libros como "Oh baby" y las "Canciones para Yeni", que era mi libro de cabecera y lo llevaba a todos lados y lo releía. Para Semana Santa o en verano íbamos con toda la familia a Madrid. En la primera oportunidad que tuve, lo llamé por teléfono y nos encontramos.
-¿Será cierto, entonces, que las personas afines terminan encontrándose en algún momento de sus vidas?
-Sí, seguro. Debe ser un poco eso. El hizo un elogio del trabajo que hicimos juntos que me gustó mucho. A una amiga común le dijo: "A Jairo le envío un poema y él me lo devuelve cambiado". Me gustó mucho eso. Hay una coincidencia muy grande porque en 1975 grabé un disco con poemas de Borges y él me acompañó a la televisión para hablar del proyecto. Yo canté varias canciones y sobre una de ellas Borges dijo una cosa muy parecida: "De ese poema yo me había olvidado. Usted me lo ha devuelto mucho más bonito".
-¿Cuándo se fue a España lo hizo en tren de conquista o iba con un trabajo pactado previamente?
Yo trabajaba como dibujante. El dibujo había tomado el lugar principal en mi vida en lugar del canto, porque con el canto no pasaba nada. Había terminado la etapa de Marito González. Hubo una brecha grande. Entonces me dediqué de lleno al dibujo como una necesidad, aparte es una actividad que me gusta mucho y la sigo haciendo: me gusta tanto como cantar. En aquellos años trabajaba como dibujante para compañías discográficas, como ilustrador de tapas de discos y los tipos me querían como ilustrador, no como cantante. Yo tenía 18 o 19 años y cantaba como ahora, es más, creo que debería cantar mejor. Luis Aguilé me ofreció viajar a España para grabar un disco porque a él le parecía que tenía posibilidades. Así que me fui a España a grabar un disco directamente.
-Era una época en la que no muchos argentinos intentaban triunfar en Europa.
-En España estaban Luis Aguilé, Waldo de los Ríos, Alberto Cortez, César Gentile, que era un pianista de San Lorenzo. Eran los años 70 y Cortez ya tenía una carrera. Me fui en una época confusa, un poco después del Cordobazo que fue en el 68. Conocer a Cortez fue muy importante. Había escuchado sus discos en la casa de Antonio Prieto, en España. Acá no llegaban porque todavía no era conocido.
-¿Qué sintió cuando su vida estuvo en peligro?
-Estaba actuando en Junín cuando tuve el problema en el páncreas. Fue muy grave y los médicos me lo dijeron abiertamente. Pero no tuve tiempo de tomar demasiada conciencia porque estaba inmovilizado, solo movía los ojos y me mantenían en una especia de sopor. Recuerdo que me fue a ver Alfonsín y me dejó un libro. También fue de la Rúa, que ya era presidente electo. Fue solo. Sandro llamaba todos los días para saber cómo estaba y las enfermeras se peleaban para atender el teléfono a la hora que solía llamar (risas). Cuando me fue a ver mi padre dijo: "No puede ser tan grave, si es joven...." (risas). Ni yo era tan joven, ni la juventud me ponía a cubierto de la enfermedad.
-Pero a los cuatro días de operado cantó en Jesús María.
-Sí. Eso fue una locura porque estaba muy debilitado, pero quería actuar. La pasé mal sobre el final de la actuación porque me sentí mareado, comencé a ver lucecitas.
-¿Qué significa el nombre Jairo?
-Me dijeron que quiere decir hombre fiel. Pero la mejor definición la tuve por boca de Jorge Luis Borges. Cuando vine a la Argentina para grabar una canción de él nos presentaron y me dijo: "Jairo... Es una nombre bíblico. Quiere decir el iluminado. Su nombre significa el iluminado fiel". ¡Lo dijo haciendo memoria en el momento! (risas).
-¿Por qué volvió a la Argentina cuando muchos argentinos comenzaron a irse?
-Empecé a volver a mediados de los ochenta y después me vine con toda la familia en los noventa. Siempre pensé en volver. Yo quería triunfar en Europa para poder triunfar acá. En realidad quería triunfar en mi país.
-Con tantas generaciones de inmigrantes y emigrantes, ¿cree que la Argentina es un lugar de paso o un lugar para vivir?
-Es un lugar para vivir.



Jairo recordó cuando estuvo al borde de la muerte.
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