Eduardo Caniglia
Los familiares y vecinos de Marcos Sebastián Romero, el nene de 15 años asesinado por un vigilador mientras cirujeaba frente a una chatarrería de la zona noroeste, marcharon ayer por las calles del barrio donde ocurrió el crimen en reclamo de justicia ante la presunción de que el crimen no se esclarezca, aunque el custodio sigue detenido e imputado de homicidio simple. Pero en el reclamo de estos humildes habitantes de la villa de Génova y Campbell, donde vivía junto a su familia el adolescente asesinado, se mezclan historias de miseria y marginación. Esa situación de exclusión que arrastró a Marcos a subirse a un carro tirado por un caballo para juntar hierros herrumbrados que le permitieran ganarse la vida y ayudar a sus seis hermanos mientras terminaba la primaria en una escuela nocturna. El domingo 25 de noviembre, Marcos, junto a un hermano de 10 años y un tío, recorría el barrio como lo hacía habitualmente. Cuando llegaron con el carro a la chatarrería Ivanar, de La República y Bolivia, Marcos se bajó para levantar algunos pedazos de metal que sobresalían del alambrado perimetral del predio. En ese momento, Pedro Aquino, de 70 años y vigilador del comercio, apareció desde el interior de la chatarrería y le disparó un balazo que le atravesó el tórax y lo mató. Ayer a la tarde, los vecinos y familiares del chico asesinado se reunieron en Génova y Campbell convencidos de que Marcos es una nueva víctima "del gatillo fácil" mientras sostenían un cartel con una leyenda tan elocuente como conmovedora. "Justicia. La vida de Marcos valía más que un pedazo de hierro", rezaba la pancarta. "Estamos mal, pero hacemos esta marcha porque desconfiamos de la Justicia, porque a mucha gente le pasó lo mismo y todo quedó impune", dijo el padre de Marcos, Nelson José Romero, mientras sostenía a sus hijas en los hombros. Desde la esquina mencionada, los vecinos comienzan a recorrer la barriada hacia el destino establecido: la empresa Ivanar, de Juan José Paso al 6800, a pocos metros de donde cayó asesinado Marcos. En el interior hay trozos de metal y hierros herrumbrados, pero las puertas de la firma están cerradas y un cartel de una inmobiliaria indica que el predio "Se vende". Todo transcurrió en silencio hasta que los gritos de justicia de los manifestantes retumbaron en medio de aplausos. "Basta de gatillo fácil", repitieron. Daniel Antonio Digirolano, un dirigente del Frente Barrial de Vecinos y Trabajadores, también se sumó a la marcha. "En los barrios carenciados, hay chicos que tienen que ganarse la vida cirujeando y esta situación de carencia a Marcos le costó la vida porque un pedazo de hierro no vale más que la vida de un chico", señaló. Pero el dirigente de la entidad que representa a los barrios Empalme Graneros, Larrea y Fisherton Este, fue más allá y no sólo responsabilizó al vigilador por el crimen. También involucró en el caso a la empresa Ivanar porque "contrató a un asesino que no supo controlarse y mató a un chico". A su lado, la madre de Marcos, Carmen Graciela Figueroa, de 30 años, tenía el rostro signado por el dolor y parecía no tener consuelo. "Tengo un dolor muy grande y todavía no puedo aceptar que mi hijo ya no esté conmigo. Sólo pido justicia por Marcos y para que no le pase lo mismo a otro chico", imploró Carmen con la voz entrecortada por el llanto.
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