Editorial

Repensar estrategias

Los efectos de los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos, que se propagaron a la economía global, fortalecieron la decisión de Washington de buscar un mayor crecimiento del sector privado en todo el mundo, particularmente en las naciones pobres.
La idea fue expresada con claridad en la Universidad de Harvard por el subsecretario del Tesoro estadounidense, John Taylor: los países subdesarrollados y políticamente inestables son proclives a transformarse en caldo de cultivo del terrorismo, por lo cual es necesario buscar una mayor productividad para reducir la pobreza.
En este orden de ideas, la reforma del Banco Mundial y otros bancos multilaterales, que deben jugar un rol clave en la promoción del desarrollo de las economías de los países pobres, debería ser una de las prioridades de la agenda de política internacional de los gobiernos. En particular, el Banco Mundial y otros prestamistas deberían incrementar la proporción de préstamos sin repago que entregan, antes que dar más créditos convencionales. Eso podría reducir la deuda de los países más pobres y podría incrementar las probabilidades de atar la entrega de esos créditos sin obligación de repago a metas de resultados de las economías.
La prioridad que declara el gobierno de Bush es crear las condiciones para una mayor estabilidad en los mercados de las economías emergentes y Estados Unidos quiere que el FMI coopere en esa tarea porque entiende que, si el número de economías emergentes crece como está previsto, será imposible para los países que respaldan a los organismos multilaterales mantener sus contribuciones y gradualmente disminuirá la confianza en los grandes paquetes financieros de rescate.
Argentina, que lucha para eludir una cesación de pagos y busca apoyo financiero clave del Fondo Monetario Internacional tras incumplir metas de déficit fiscal fijadas por el organismo, debería extremar su comprensión acerca de las consecuencias de este tipo de pensamiento y, lejos de someterse a un papel experimental, hacer de su crisis una oportunidad.
El FMI evalúa si aprueba la liberación de un desembolso de 1.264 millones que se espera para diciembre: conforme el concepto dominante en el Tesoro norteamericano, debería haber menos confianza en grandes paquetes financieros de rescate para países en problemas. Ante este panorama, con sentido estratégico se impone la búsqueda de alternativas nacionales que sólo podrán sostenerse en acuerdos políticos amplios y adecuada conducción del Estado. Rubros en los que el país adolece de notorio déficit.