Año CXXXV
 Nº 49.318
Rosario,
domingo  02 de
diciembre de 2001
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La clase política especula con encontrar a quién cargarle el ajuste
Opinión: La fatal negación de la realidad
La última afrenta del gobierno es poner la imagen de Alberdi en las Lecop. Sin cambios drásticos, se viene el fin

Antonio I. Margarit

Dentro de las tantas cuestiones que nos afligen a diario, una de las más sutiles pero no menos insidiosa es el hábito de la tergiversación que se ha apoderado del gobierno. Tergiversar es alterar las cosas interpretándolas erróneamente y quien tiene la responsabilidad de gobernar no debiera prestarse a esa práctica porque la desfiguración de los acontecimientos, la deformación del sentido de las palabras y la adulteración de las imágenes producen un fenómeno corrosivo que disuelve el orden social escamoteando a la gente el sentido de pertenencia y la comunidad de destino que nos unen en sociedad. La más reciente tergiversación es al mismo tiempo una injuria y se refiere a la utilización de la imagen de Juan Bautista Alberdi en los bonos de la deuda pública denominados Lecop. Esto que puede parecer una anécdota insignificante, sin embargo es el signo visible de una profunda perturbación.
Como todos deberíamos saber, Alberdi no sólo fue el sabio redactor de las Bases de la constitución sino autor de un libro cuya actualidad es asombrosa. Se titula "Sistema económico y rentístico de la Confederación Argentina según la Constitución de 1853" y fue considerado tan importante que su primera edición se encargó a una imprenta francesa por el general Justo José de Urquiza siendo presidente de la Confederación Argentina y distribuido entre todos los empleados públicos. Luego, otro gran presidente, el general Julio A. Roca hizo lo mismo para que sus funcionarios comprendieran el verdadero espíritu de la constitución nacional. El libro de Alberdi es indispensable para conocer cómo surgió una gran nación: libre, independiente y organizada "en momentos en que la paz no reinaba en los espíritus ni el orden en las ideas", como lo decía Mitre en la convención de 1860.
Al mismo tiempo nos permite comprender que Alberdi no describió un "modelo" socioeconómico sino un "sistema" que coordinaba perfectamente el derecho con la economía y la política. El "sistema" de Alberdi estaba basado en la sensatez, la responsabilidad individual, el derecho a la libre iniciativa, el respeto de la propiedad privada, la moderación en los impuestos, la vida frugal y las garantías constitucionales contra la intervención arbitraria de quienes gobiernan.
Gracias al "Sistema económico y rentístico" de Alberdi, la Argentina consiguió transformarse en menos de veinte años de un desierto desolado en el granero del mundo que atrajo a millones de esperanzados inmigrantes europeos y concitó la admiración de las naciones más civilizadas.
Precisamente en ese libro decía Alberdi: "La provincia de Buenos Aires ofrece el más sobresaliente ejemplo de desorden que se conozca. Allí, el banco provincial es una mera oficina del gobierno. No es como otros bancos que pertenecen a los particulares. En Buenos Aires, el gobernador de la provincia es banquero, hace las funciones de comerciante y además emite unos bonos que sirven de instrumento obligatorio para los cambios. El Banco de la provincia es un barreno perpetuo abierto a sus libertades públicas; en vano se sancionarán leyes y constituciones; mientras el gobierno tenga el poder de fabricar moneda con simples tiras de papel que nada prometen y que no obligan a ningún reembolso, el poder arbitrario vivirá inalterable como un gusano roedor en el corazón de las leyes. Las sucesivas series de bonos inconvertibles son en realidad simples emisiones de la deuda pública con sus peores características: indirectas, disimuladas, gratuitas y sin límites. No hay ley ni fuerza alguna que puedan extinguir el agio y la especulación cuando la moneda en lugar de ser estable es la fluctuación misma".
Por eso, haber puesto la imagen de Alberdi en los bonos de la deuda que la Nación tiene con las provincias, es un gesto que tergiversa el pensamiento de Alberdi, ofende su memoria y es una prueba de la ignorancia oficial que niega la realidad.
Así como la actitud oficial es negar la significación histórica de las ideas de Juan Bautista Alberdi, de la misma manera ahora hace lo mismo con la realidad económica.

Temeraria irresponsabilidad
El gobierno da vueltas y más vueltas, ensaya medidas contradictorias, dice una cosa y hace otra, cambia constantemente las reglas de juego, declara públicamente que no va a modificar impuestos pero al mismo tiempo y bajo cuerda auspicia con sus legisladores un aumento en la alícuota del impuesto a las ganancias. Todas estas confusas maniobras, que añaden mayor oscuridad al panorama, tienen una única explicación: el gobierno y la clase política en su conjunto no quieren hacer lo que deben y especulan con encontrar a quién endosarle el fardo del ajuste. Niegan la realidad y obran con temeraria irresponsabilidad política. La persistencia en negar la realidad es la causa por la cual el gobierno se resiste a hacer el ajuste en el aparato estatal. La sociedad entera, los mercados, los gobernantes de países amigos, los organismos internacionales, todos al unísono están esperando que la clase política argentina decida una reforma administrativa en todas las jurisdicciones, pero que también incluya la reforma del poder judicial, legislativo y la seguridad pública, en un marco que contemple la reducción del gasto político, la eficiencia y calidad en el gasto social.
De la Rúa y su gabinete de ministros, el Congreso y la Magistratura deben entender por las buenas o las malas que hay una porción irreductible del gasto público, pero al mismo tiempo existen 37.000 millones susceptibles de recortes. Esa reforma no puede ser menor del 30% para obtener ahorros anuales de 11.100 millones. La Nación tendrá que resignar 3.100 millones, las provincias 6.500 millones y los municipios 1.500 millones para que el país pueda vivir. Si no lo hacen será el final de un modelo colapsado.

Graves advertencias
El gobierno ha demostrado necedad, soberbia, incompetencia, estupidez y hasta perversidad para desoir las dramáticas llamadas de atención del mundo entero demostrando una vocación suicida para el fracaso, que nos arrastrará al abismo. En los últimos días las advertencias han sido febriles. Anne Krueger, número dos del FMI acaba de confesar que hace dos meses nos otorgaron un aporte de 8.000 millones para reforzar las reservas del Banco Central con el fin de impedir un caos total en Argentina y ese aporte se evaporó completamente.
Horst Köhler, director ejecutivo del FMI señaló que "no adelantará el crédito de 1.260 millones hasta comprobar cuál es el monto del estrago producido en las cuentas fiscales argentinas por incumplimiento de todos los convenios firmados hasta el presente".
José María Aznar, presidente del Consejo de ministros de España, después de entrevistar al presidente Bush ha declarado que "hemos dedicado mucho tiempo a hablar de la situación Argentina y es muy importante el mensaje que le mandamos: si uno no hace los deberes internos, no debe esperar que nadie lo haga por uno".
Esa advertencia es similar a la que De la Rúa recibió hace dos semanas de boca del propio presidente Bush en el sentido de que "la entrevista no era un marco apropiado para presentarle ningún pedido de fondos adicionales".
Carlos Solchaga, ex ministro español convertido en asesor económico del jefe de Gabinete acaba de confesar a empresarios europeos que "estaba asombrado por la persistencia con que la clase política argentina se empeña en negar la realidad y en no advertir que se encaminan hacia un desenlace que será fatal y dentro de muy poco tiempo. Los políticos argentinos han demostrado una increíble incapacidad para entender que la gente vota todos los días, retirando dinero de los bancos y llevándolo fuera del país".
El presidente Fernando de la Rúa y la clase política en su conjunto siguen resistiéndose a aceptar la realidad, pero los signos de esa ruptura de contacto con el mundo exterior son tan agudos y persistentes que si este fin de semana no reaccionan y cambian de comportamiento, mañana lunes 3 de diciembre entraremos en la fase terminal de nuestro doloroso proceso de decadencia. Que Dios nos ayude.


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