Pueblo de inmigrantes, donde el campo proyecta su silencio y sus tiempos y espacios, que sólo aquel que ha mirado un horizonte de nuestra llanura puede entender; y donde las anchas calles terminan sobre la tierra arada casi sin avisar, Carcarañá nunca terminó de decidirse si por el río o por sus caminos.
Y en eso reside su encanto. Atravesado al medio por las vías y la estación de trenes que la signa como una marca de nacimiento, el río lo abraza, lo rodea con sus barrancas profundas y caprichosas como protegiéndolo de la pampa inabarcable.
Contemplar los retazos de color de ese tapiz siempre mutante que las estaciones dibujan a través de las manos de los agricultores delineando su paisaje y su riqueza, es una experiencia sólo comparable con la de mirar por primera vez el mar. Un mar distinto, pero un mar al fin. Infinito, energizante, vital o enervante: será la mirada la que tenga la última palabra.
Esa grandiosa simpleza fue la maravilla que asombró a los primeros viajeros y colonos que venían de todos los rincones del mundo. Hoy es posible aún recuperar esa maravilla. Con sólo mirar de nuevo.
La magia de ayer
A principios de siglo, Carcarañá ya se sentía ligada a lo que hoy llamaríamos turismo regional, ya que numerosas familias rosarinas instalaban sus casas de veraneo y pasaban temporadas enteras disfrutando de su vegetación, el río, su vida social y su tranquilidad.
Ubicada a tan sólo 50 kilómetros al oeste de la ciudad de Rosario, viajando por la ruta 9 -distancia que hoy seguramente se percibe como más corta que entonces- se llega a esta ciudad, que más allá de su progreso y sus cambios, permite revivir esa tranquilidad ideal para el descanso, que nos aleje del vértigo y el ruido de la vida de la ciudad.
Impulsados por esa convicción de que el encanto que sedujo a esos visitantes de antaño sigue vivo, y buscando incentivar, promocionar y canalizar la enorme oferta de espacios de esparcimiento y descanso con que cuenta la ciudad, surgió la Cámara de Turismo, dentro de un proyecto integral de desarrollo de las economías regionales a partir de la creación de un Centro para el Desarrollo Económico (Cedeca).
Museo gauchesco
El Museo de la Pampa Gringa, está situado a 300 metros de la ruta 9 en su nexo con Casilda. Inmerso en la pampa húmeda, será pre inaugurado con una muestra, el 8 del corriente, a las 17.30.
La muestra exhibe objetos de América y Europa en plata, vidrios, porcelana y cueros. El tema es la historia, exhibida en el hábitat de una familia (los Goytia Tribodi y los López del Cerro) que por sus dos líneas, paterna y materna, en la casaquinta o en la estancia, vivió, quiso, trabajó y disfrutó el Carcarañá de los colonos, los veraneantes, los feudos ingleses, las colonias alemanas, francesas y suizas que construyeron la fisonomía y la historia del lugar.
La exposición es totalmente testimonial y para la apertura esperan contar con la presencia de autoridades y diplomáticos, historiadores y benefactores, familias fundadoras y protagonistas de la historia.
Actividades anuales
Entre las actividades que Carcarañá ofrece durante todo el año vale destacar las visitas guiadas que se realizan por la ciudad. La actividad consta de cuatro circuitos: histórico, industrial, educativo y recreativo. En tanto, otra opción puede ser un recorrido por el Museo Temático (abierto todos los días); el de Carcarañá Añá, o bien visitar el Archivo Histórico Biblioteca Pizzurno.
También, la visita a la Escuela de Educación Técnica 486 (modalidad agrotécnica) puede resultar muy interesante e instructiva ya que el turista podrá adquirir en el lugar los productos producidos en el establecimiento, como miel, dulces caseros, escabeches y conservas.
Se ofrecen además recorridas por establecimientos rurales, entre otros, La Florida y La Asención.
Para más información sobre el destino, sus modernos clubes y confortables campings comunicarse con la Cámara de Turismo de Carcarañá al teléfono 4941115.