Año CXXXV
 Nº 49.318
Rosario,
domingo  02 de
diciembre de 2001
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George Harrison, la muerte del tercer hombre

Sebastián Riestra

Siempre hubo melancólicos. Eran esos tipos que, cuando escuchaban un disco de los Beatles, terminaban hablando con los amigos de algún tema raro, que generalmente estaba escondido en el lado "B" de los vinilos de entonces. Que en lugar de enloquecerse con el iracundo Lennon o el edulcorado McCartney se quedaban con el discreto tercer hombre, plagiando mal y pronto el título de la inolvidable película de Carol Reed sobre guión de Graham Greene.
Ellos se quedaban con Harrison. Con George: así le decían.
George se murió anteayer, estaba enfermo, todos esperaban que pasara. Su imagen ajena a las neurosis y tonterías del estrellato, la estampa de un gentleman pelilargo y tristón, tiene de entrañable lo que tiene de verdadero. Era un músico, sin estridencias ni poses: puro talento y sensibilidad. Y a eso le sumaba coherencia, discreción, generosidad de espíritu, bondad humana. Nada menos.
Por esa razón los melancólicos lo amaban. Ellos seguirán recorriendo los vinilos de los Beatles y colocarán la púa, a mano, sobre los surcos del mismo lado "B", en las canciones queridas. Volverán, una y otra vez, a "Long, long, long", a "Here comes the sun" o al himno dramático de "While my guitar gently weeps". O entrarán de nuevo en la nostalgia ochentista que les provocan las perlitas de "Cloud 9", esa resurrección harrisoniana en plena era pop, cuando volvió a enseñar cómo se escriben canciones. Con tres acordes, con simpleza. Directo al alma.
George Harrison fue uno de los grandes compositores populares del siglo veinte. Va mucho más allá del rock. Aunque parezca extraño, él pertenece a la misma estirpe de los Gershwin, de los Brel, de los Gardel, de los Caetano. Y de los Mozart, claro.
Ahora mismo andará buscando, en el cielo, el café donde los amigos comparten una misma mesa, con una lengua en común: la música. Ya lo habrán recibido. Ya habrá tomado, como siempre, la guitarra.
Bye, George. Gracias. Te quedarás junto a nosotros, vivo.



El genial guitarrista no será olvidado facilmente.
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