Año CXXXV
 Nº 49.318
Rosario,
domingo  02 de
diciembre de 2001
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Raquel Liberman y los rufianes de la Zwi Migdal
Historia del crimen: La mujer que se enfrentó a la mafia
En diciembre de 1929, una denuncia disparó la investigación de la trata de blancas en la Argentina

Osvaldo Aguirre

El hombre se llamaba Jaime Cyngisser (o Cissinger) y, según decía, había logrado amasar una fortuna en la Argentina, donde había emigrado desde Polonia. No estaba claro a qué se dedicaba, pero por su aspecto y gestos de generosidad no quedaban dudas de su buen pasar. Al volver a su lugar natal, en la ciudad de Lodz, buscaba una mujer con la cual casarse. La elegida fue Raquel Liberman.
Cyngisser cortejó no tanto a la pretendiente como a su madre y sus hermanos, pertenecientes a una familia de obreros, a quienes deslumbró con regalos y promesas de bienestar. Una vez asegurado el compromiso, regresó a Buenos Aires, para atender sus negocios.
Raquel Liberman llegó a la Argentina en 1924. Al llegar al país terminó el sueño y comenzó la pesadilla: el pretendiente no era sino un rufián y el casamiento había sido un engaño -corriente en la época- para reclutarla como prostituta.
El rufián pertenecía a la Sociedad Varsovia, la organización de tratantes de blancas más importante de la época. Estaba integrada exclusivamente por rufianes de origen judío, quienes se habían agrupado en 1906 luego de recibir el rechazo generalizado del resto de la colectividad de origen. En 1927, debido a quejas del gobierno de Polonia, cambió su nombre por el de Zwi Migdal, que algunos atribuyen al nombre del primer presidente y otros a un guiño de carácter mafioso, ya que la expresión significaría "gran fuerza" en idisch.
Los rufianes adoptaron la fachada de una sociedad de socorros mutuos. "El singular estatuto que se dieron -observó luego el comisario Julio Alsogaray, que encabezó una cruzada contra los explotadores- no difería en mucho de los comunes a otras sociedades de socorro y beneficencia, aunque en la comisión directiva se incluía un cargo de «juez»". Este personaje era el que concentraba el poder real en la organización y quien decidía sobre cuestiones delicadas, como por ejemplo quiénes se encargaban de viajar a Europa para reclutar nuevas víctimas.
De acuerdo a Alsogaray, la sociedad no perdía de vista "el detalle más insignificante relacionado con el ejercicio de la prostitución, así ocurra en el último rincón de la República": intervenía en la compraventa de mujeres, su distribución en los prostíbulos, y a la vez se encargaba de recaudar entre los socios la coima que se pagaba mensualmente a la policía y que fue uno de los principales factores de su dilatada impunidad.
Los rufianes, observó al respecto el periodista francés Albert Londres, "rompieron con todos los poderes públicos, menos con la policía. Reconocen a la policía como potencia extranjera, de tal modo que delegan un embajador para tratar con ella y mantener buenas referencias de frontera".
Raquel Liberman intentó resistir la explotación, pero sufrió torturas y diversas presiones, hasta que finalmente quedó internada en una casa de Valentín Gómez 2888, en Buenos Aires. Allí fue prostituida durante al menos cuatro años.
De acuerdo al sistema de los rufianes, al no convivir con quien la explotaba, Liberman podía reservarse un porcentaje de sus ganancias. De esa manera logró ahorrar una suma de dinero y, al cabo del tiempo, con la ayuda de un amigo que se hizo pasar por rufián, compró su libertad.
Liberman se dispuso a comenzar una nueva vida e instaló un comercio de antigüedades y objetos de arte en calle Callao 515. Apenas abrió su negocio, recibió la visita de Cyngisser quien la amenazó y le advirtió que debía volver a prostituirse, ya que la sociedad no admitía que las pupilas se independizaran.
La joven resistió a las presiones. Poco después conoció a un polaco, Salomón José Korn, de 31 años, del que se enamoró y con el que decidió casarse.
Pero no se trataba sino de otro engaño de los rufianes, ya que Korn era "socio" de la Migdal. La boda se celebró en una sinagoga ubicada en una mansión de Córdoba 3280. Este edificio era la sede de la Zwi Migdal.
Liberman fue despojada de su dinero y alhajas y volvió a ser explotada en la misma casa de antes. No obstante, había conocido previamente al comisario Alsogaray, quien la instó a denunciar a los explotadores.
El 31 de diciembre de 1929 Raquel Liberman se presentó ante el juez Manuel Rodríguez Ocampo y narró su historia. La sección Investigaciones de la policía -dirigida por el comisario Eduardo Santiago, paradigma del policía corrupto- produjo entonces un informe donde se desacreditaba a Liberman y se daba cuenta de la "honorabilidad" de Korn. Otro rufián, Mauricio Kirstein, amenazó a la Liberman para que retirara su denuncia.
El 19 de mayo de 1930, el juez allanó al sede de la Migdal. Más de cien rufianes terminaron entonces detenidos, mientras el resto de los socios buscaba refugio en el interior del país y en el extranjero.



Mauricio Kirstein, Raquel Liberman y Salomón José Korn.
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