Cuando todo parecía que el cero a cero le quedaba como anillo al dedo a un partido plagado de imprecisiones, apareció la cabeza salvadora de Ezequiel Maggiolo e iluminó a Estudiantes ante Independiente. Pero claro, a juzgar por lo que hicieron en los 90', ninguno de los dos hubiera merecido llevarse semejante obsequio.
De no ser por el agónico tanto del delantero del conjunto de Néstor Craviotto, el partido se había puesto el traje de mediocre. Ninguno de los dos equipos supo qué hacer cuando se hicieron de la pelota y por ende, el partido se fue con muy pocas situaciones de riesgo para los arcos.
Para colmo de males, la noche había comenzado en penumbras ya que el partido se demoró tres cuartos de hora por un desperfecto en una torre de iluminación próxima a la calle 57.
Durante el primer tiempo, menos en el marcador, hubo ventaja para Estudiantes, a pesar de que su esquema fue bastante huraño, bastante defensivo. El equipo de Craviotto marcó la diferencia basándose en el trabajo de Pablo Quatrocchi en las dos áreas y el uruguayo Federico Vergara por el lateral izquierdo.
Los rojos, puro pelotazo
En tanto, Independiente fue un equipo en el medio, donde recuperó y salió con celeridad, pero terminó abusándose del pase largo porque Estudiantes en el fondo no ofreció ningún resquicio.
En el segundo tiempo los dos equipos continuaron con una producción mediocre hasta que llegó el cabezazo de Maggiolo y dejó a los locales con la iluminación del triunfo y a los visitantes con la oscuridad de su presente.
Estudiantes se quedó con una victoria tan oportuna como el impacto de cabeza que protagonizó Maggiolo cuando el partido se moría. Lo de Independiente es más simple de entender. El equipo no mereció ni ganar ni perder, pero tampoco empató porque se descuidó en el último minuto.