Pablo F. Mihal
Con muchos debutantes, sin lucirse, pero anotando en los momentos justos, el seleccionado de Rosario venció al conjunto de Wellington Academy por 27 a 21, en un partido de discreto nivel, y que puso fin a la temporada 2001. El triunfo fue justo y una vez más lo comenzó a construir desde una sólida defensa, punto clave a la hora de hacer cualquier análisis. Los neocelandeses mostraron desde el arranque mismo del partido mucha potencia física en sus movimientos y una dinámica que a los rosarinos les costó controlar, sobre todo cuando la pelota intentaba viajar hacia las puntas. A lo largo de los cuarenta primeros minutos hubo muy pocas cosas para rescatar. Las acciones fueron muy trabadas y el trámite se hizo anodino. Si bien el conjunto que dirigen Ricardo Imhoff y Gustavo Milano tuvieron las chances más concretas para desnivelar, las únicas modificaciones que sufrió el marcador fue a través del pie de Alberto Di Bernardo. Con el correr de los minutos Rosario se fue animando. De a poco, al ver que podía burlar a su rival, los tres cuartos fueron entrando más en el juego. Así cayó el telón del primer capítulo. No obstante, lo mejor del partido se vio en el complemento. En ese período llegaron los tries. El octavo Kinikinilawi, uno de los mejores jugadores de la noche, apareció por una de las puntas (en esa jugada Rosario marcó mal) y apoyó sobre la bandera izquierda de su ataque. La alegría le duró poco. Cinco minutos después Sebastián Preumayr, haciendo gala de sus dotes de futbolero, se llevó la pelota con el pie y cuando la pelota se metió en el ingoal se tiró para volver a estirar las diferencias. El partido se hizo más entretenido. Dos minutos después Gonzalo Farré apoyó el try más aplaudido de la noche, culminando una jugada colectiva que no merecía otro final. Todo lo que no se vio en el primer tiempo se vio en el complemento. Con muchos cambios -por ambos lados- Wellington Academy siguió intentando quebrar a Rosario con su dinámica. Latu, un ala de una movilidad increíble, vulneró el ingoal rosarino y la posterior conversión de Morisi colocó a su equipo a tiro cuando transcurrían los 26 minutos. Tras esa acción el partido volvió a caer en un pozo y sobre el final los chicos de Wellington Academy casi le arrebatan el triunfo a los de Rosario, pero no pasó de un susto. El pitazo de Peña no hizo otra cosa que sentenciar que el triunfo quedaba en casa.
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