Lucas Ameriso
De no creer. La concejala electa por el ARI trucho, Sandra Cabrera, reconoció ante La Capital ser la titular de una pensión graciable de 200 pesos por mes que cobra ininterrumpidamente desde septiembre del 94. "La recibí a mi nombre por comodidad, pero en realidad la solicité para ayudar a mi madre que está enferma", se justificó tras revelar que un diputado nacional por el Frente de los Jubilados fue quien la benefició con el subsidio estatal, por un lapso de 10 años. Claro que su situación política tiende a complicarse. Varios bloques del cuerpo deliberativo se niegan a aprobarle el diploma como legisladora local. Cabrera buscó una salida elegante al escándalo, al asegurar que donará estos fondos a una entidad de bien público. Si después de las elecciones de octubre la candidata del ARI trucho resultó duramente cuestionada por la forma engañosa en que logró un escaño en el Palacio Vasallo, esta nueva confesión la deja al borde del bochorno. Cabrera cobra desde septiembre del 94 unos 200 pesos mensuales (exactamente 192,50 pesos) por una pensión graciable no contributiva. En estos 7 años de ayuda estatal, la electa concejal por el ARI trucho se llevó de las arcas nacionales unos 16.800 pesos. Y todavía le corresponden otros tres años de subsidio. Las pensiones graciables no contributivas son otorgadas por los diputados y senadores de la Nación, quienes premian a los beneficiarios en forma absolutamente discrecional y sin ajustarse a normas preestablecidas. Cabrera dio detalles de la repartija. "Le pedí una pensión al ex diputado nacional del Frente de los Jubilados por la provincia de Buenos Aires, Juan Carlos Savio, quien por suerte me la concedió", reveló sin sonrojarse. Es más justificó su decisión al indicar: "Yo nunca oculté esta ayuda, que en realidad es para mi madre. Ella está enferma, vive en barrio Rucci y tiene dificultades en desplazarse hasta el centro para cobrar este dinero". Según consta en los archivos oficiales, Cabrera ha cobrado religiosamente esta pensión en la sucursal del Banco Nación ubicada en San Martín y Córdoba, y se constató que nunca hubo interrupciones en los cobros mensuales desde el 94. -¿No cree que debería renunciar a esta beneficio, al contar con recursos propios? -No es una jubilación de privilegio, se trata de una partida mínima. Trabajo en un lavadero industrial, pero la situación está difícil. De todos modos, aclaro que una vez que llegue al Concejo renuncio a esta pensión. Y si no me lo permiten, la donaré a una institución de bien público. El próximo 10 de diciembre se renueva la mitad de las bancas en el Concejo. Tanto el bloque oficialista, como los radicales celestes junto a Federico Steiger se niegan a aceptarle el diploma de concejal a Cabrera, al acusarla de haber engañado al electorado utilizando la sigla ARI cuando su sublema no tenía nada que ver con el fogoneado por Elisa Carrió. El escándalo prosiguió tras la apertura de las urnas, cuando el concejal Jorge Boasso acusó al titular provincial del Frente de los Jubilados, Mario Vallone, de haber pergeñado esta jugada política y vinculó en la artimaña al diputado nacional Juan Carlos Millet, a quien Boasso acusa de mantener negocios en común con Vallone. Millet, en tanto, quiso ayer despejar sospechas al considerar "una barbaridad" que Cabrera asuma como en su banca y aseguró que "no sería compatible el cargo de concejal con el ingreso que recibe de la pensión graciable". Sin embargo, en el Palacio Vasallo muchos creen que Vallone se vería directamente beneficiado con el desplazamiento de Cabrera, ya que por los votos que obtuvo podría entrar en su lugar. Una punta de esta hipótesis la dio a La Capital la propia concejala electa por el ARI trucho. "Esta candidatura me trajo problemas, porque Vallone quería que yo fuera como segunda en la lista, pero no acepté. Con él tengo diferencias", reveló.
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