Año CXXXV
 Nº 49.316
Rosario,
viernes  30 de
noviembre de 2001
Min 11º
Máx 23º
 
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Rosario desde antes del Pago de los Arroyos hasta hoy
Se presentó el primer tomo dedicado a economía y sociedad de una serie de la editorial Homo Sapiens

Ricardo Falcón Myriam Stanley

En medio de la pampa costera, alrededor de algunas protoestancias y sobre todo de una capilla que convocaba las vocaciones religiosas de sus propietarios, peones y allegados, fue surgiendo con clara parsimonia, la Villa del Rosario.
Una decisión administrativa que le era exterior, resolvió que en la medida que estaba al norte del arroyo del Medio constituiría la parte austral del Pago de los Arroyos y por lo tanto correspondería a la jurisdicción de Santa Fe, ciudad de fuerte prosapia colonial.
Esa exterioridad en las decisiones se tradujo en una fuerte contradicción que marcaría a la futura ciudad de Rosario para siempre. Esa pequeña Villa poblada por estancieros, contrabandistas y guerreros disueltos por las derrotas de los ejércitos lavallistas, verían un siglo después su autopercepción modificada y enfrentada en buena medida a la de la ciudad madre.
Rosario sufrió, pasivamente al principio, el impacto del boom agroexportador que impulsó a la Argentina a una especial situación en el mercado mundial. Su privilegiada condición de nexo entre las zonas productoras agrarias y su posibilidad de expulsar esas materias hacia ultramar, gracias a su función portuaria, fue la base de su desarrollo ulterior.
En consecuencia adquiriría ciertos rasgos peculiares en el marco de la Argentina de la época. Atraídos por la creciente demanda de mano de obra, llegaban "criollos" expulsados de la campaña circunvecina por un proceso de reorganización social o de otras provincias, como así también fuertes contingentes de migrantes internacionales. Desde la segunda mitad del siglo XIX se fue conformando un tipo de ciudad relativamente diferente al de las otras que también vivían vigorosos procesos de expansión urbana.
A partir de la década del ochenta del siglo XIX vinieron una cierta prosperidad, un vertiginoso crecimiento demográfico, una abigarrada multiplicidad étnica y social y con ellos el conflicto. Quienes fueron los principales protagonistas de huelgas y agitaciones fueron precisamente los trabajadores que estaban insertos en los sectores claves de la economía rosarina: ferroviarios, portuarios, carreros y los obreros de la Refinería de Azúcar.
El desarrollo económico-social de la ciudad continuó girando, en buena medida alrededor de esa condición de nexo hasta, por lo menos, la crisis de 1929, aunque ya en los años previos los ritmos fueran más lentos. Con el proceso de crecimiento industrial por sustitución de importaciones que vivió la Argentina desde mediados de la década del treinta, un nuevo tipo de actividad económica y de conformación social comienza a desenvolverse en algunos de sus barrios y en la periferia. Se trataba de las industrias livianas destinadas a producir para el mercado interno, entre las cuales las metalúrgicas, las textiles y la alimentación, sobre todo la frigorífica, fueron las más importantes.

Un nuevo tipo social
Se consolidaba, así, en la ciudad un nuevo tipo social: el obrero industrial. Desde el peronismo y hasta los años setenta sería el protagonista principal de los movimientos sociales en la ciudad. En torno a los cordones industriales o de las grandes fábricas como el caso notorio del Swift se desarrollarían nuevos barrios y también las villas miseria. Al mismo tiempo Rosario detentaba una amplia clase media insertada sobre todo en el sector servicios y en algunos casos vinculada también a las zonas agrícolas del sur santafesino. Esto se reflejaba, por ejemplo, en la alta proporción de estudiantes y profesionales procedentes del interior cercano.
Este perfil industrial comenzó a quebrarse en la década del setenta y la quebradura se acentuó en las dos décadas siguientes. Los cordones industriales internos a la ciudad y los periféricos ven mermada su capacidad productiva y en consecuencia de retener mano de obra. Además, la política de privatizaciones lleva al cierre de reparticiones estatales que congregaban a numerosos obreros y empleados. En los noventa los índices de desocupación del Gran Rosario llegan a figurar entre los más altos del país.
Perdidos sus antiguos esplendores del auge del sector servicios y después del industrial, ¿cuál es el futuro que le cabe a Rosario? Al debate de esta pregunta y no a responderla, pretende contribuir este volumen.
Síntesis del prólogo al tomo I del libro "La historia de Rosario", dedicado a economía y sociedad


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