Patricio Pron es un apasionado del lenguaje pero no se hace ilusiones. Asume que el lenguaje produce realidad pero reniega de su carácter instrumental convencido de que "sólo sirve para no significar". La afirmación resulta un tanto desconcertante en alguien que eligió el periodismo como oficio y que, como narrador, obtuvo este año el primer premio del concurso "Manuel Musto" de la Municipalidad de Rosario. Pero a poco de adentrarse en sus impresiones se accede a la lógica que impulsa su búsqueda. Que es la de intentar superar las dificultades para comunicarse por creer legítimo el sólo propósito de hacerlo mediante la escritura.
A veces les resulta molesta la categoría de escritor joven a los allí encasillados. Pero Patricio sabrá entender que a los 25 años los dos términos lo designan sin arbitrariedad. En la narrativa ya tenía un cierto recorrido antes de ganar el premio más importante del municipio con "Nadadores muertos". Una novela cuyo título induce a sorpresa y perturbación.
Este texto no es reciente. "Escribí una escena en 1994 que es la primera del libro. Imaginé que había tras ella una novela mayor pero entonces asumí que no tenía las herramientas técnicas como narrador para concretarla". Pron hubo de esperar cuatro años para que esas cinco páginas iniciales y él mismo como autor ganaran en maduración. En 1998 sacó del cajón aquellas carillas y se trazó un programa. "Cinco páginas diarias durante veinte días y otros diez días para corregir". Más de dos años después presentó la novela en el certamen municipal. Un jurado integrado por Noemí Ulla, Juan Martini y Manuel López de Tejada la seleccionó entre otros 150 trabajos. Ahora acaba de editarse y ya está en las librerías.
El autor sabe, porque las escogió y porque se lo dicen, que las palabras combinadas en el título tienen una resonancia sorpresiva. "Lo elegí por una cuestión semántica más que fonológica, ya que las posibilidades narrativas que me ofrecía el club de nadadores muertos eran superiores al sonido". ¿Quiénes son, pues, estos nadadores muertos? Pron cree que "son personas muy cotidianas que ejercitan una escenificación permanente. Personas que aman los buenos engaños. Hay en ellos la certeza de que el lenguaje produce sentido y produce realidad. Y también de que es posible extraer de las peores situaciones efectos cómicos que cuestionan la misma condición de las cosas".
Flotando en el natatorio
Esa comicidad tiene algunas claves refinadas. El socio top del Club de Nadadores Muertos es Brian Jones, ex integrante de los Rolling Stones, que debe la membresía a la tal institución al hecho de haber muerto en su propio natatorio. Pero esa condición huidiza que Pron adjudica al lenguaje terminó por sorprenderlo en ciertos trazos intertextuales que se filtraron por sobre su voluntad de narrador.
"Escribí la novela con cierta preocupación en los efectos cómicos del lenguaje pero por ejemplo en Alemania algunas personas, que tenían una distancia crítica hacia la historia argentina en la que yo me he criado, me hicieron notar que la novela podía ser leída como una alegoría sobre la desaparición de personas durante la dictadura". ¿Qué sugería la interpretación? "Tal vez que el protagonista está encerrado en una institución cuyos límites -dice el autor- son muy difíciles de precisar".
Graduado en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario, actual cursante de un doctorado en Filología Romana en Göttingen, Alemania, queda clara en Pron la inquietud por la lengua y sus usos. También el orgullo de reconocerse deudor y efecto de una tradición de la literatura argentina, cuyos autores admirados son Ricardo Piglia y Rodolfo Fogwill. Entre los rosarinos menciona a tres: Elbio Gandolfo, Raúl Gardelli y Roberto Fontanarrosa un escritor, este último, "para mí muy superior a la fama que tiene".