Año CXXXV
 Nº 49.315
Rosario,
jueves  29 de
noviembre de 2001
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Reflexiones
Puerto de Rosario: querer, poder, deber

María Herminia Grande

Dice un viejo adagio en política que si se quiere, se puede, y si se puede, se debe. Querer, poder y deber son más que tres palabras. Hoy es la síntesis para la acción política en la gestión de lo público, destinada a rescatar para la ética el concepto de lo político del manto de sospecha que lo cubre desde hace algún tiempo. ¿Y quién puede hacerlo? Sólo el hombre. Porque -como planteó la filósofa alemana Hannah Arendt- la condición humana básica está definida por aquella acción política comprometida en hacer algo. Actuar significa tomar una iniciativa, comenzar, ponerse en movimiento...Y si el que hace es un político, esa acción debe ser por y para los demás; y esto es lo que desde hace más de un año hacemos todos los días al frente del Ente Administrador Puerto Rosario.
En agosto del año 2000, Reutemann fue muy claro acerca de lo que quería: un puerto moderno, competitivo y con costos convenientes, para favorecer especialmente nuestras exportaciones, visualizando el crecimiento notable que tendrán en los próximos diez años. Al asumir esta responsabilidad lo dije el primer día: "en el Puerto los errores los corregiremos con más y mejor política"... porque la gestión resulta eficiente si va de la mano de una firme orientación política que nos marca el camino.
El 15 de noviembre del 2000, nos presentamos al mundo portuario en uno de los más importantes encuentros internacionales. Allí expusimos los lineamientos de nuestra gestión, relacionando el futuro de nuestro puerto con el futuro de las actividades productivas, industriales y comerciales de Santa Fe, de la zona central Argentina, y su relación con el mundo. Siempre hicimos hincapié en nuestro puerto como herramienta vital y estratégica para el desarrollo de nuestras economías regionales. Tenemos la certeza de un destino de puerto convertido en recolector y distribuidor de la producción de la región central del país, con el Mercosur en el centro de su óptica.
Decíamos también que buscábamos un concesionario para nuestro Puerto que asumiese un verdadero compromiso de desarrollo, integración e inversión, con miras a volverlo competitivo y moderno. Y lo conseguimos en un contexto económico muy complicado para una Argentina que ya no resultaba atractiva para las inversiones de riesgo por sus cuarenta meses de recesión, y un mundo que entraba en un incipiente proceso de retracción económica.
La vida política no es nada sin ideales, pero éstos se ahuecan si no se sustentan en lo posible. Por eso, ante una sociedad que necesita respuestas para ayer, desarrollamos un proceso que resultase lo más parecido a la respuesta esperada en cuanto a tiempo, transparencia y eficiencia.
En estos últimos tres años, duros para nuestro país, la recesión forzó el cierre de más de 3.000 empresas y en el último año desaparecieron mil más, creciendo como nunca los concursos preventivos y las quiebras que le cantan jaque mate a nuestro tejido productivo local. Desgraciadamente, por lo dicho, el desempleo roza el 20% a nivel nacional, carga por de más de pesada para nuestra joven democracia. Conocedor de la angustia del que ya no es, porque lo llaman desempleado y vive su consecuencia, el gobernador Reutemann me pidió que pusiéramos el acento en este tema en nuestra concesión. Por eso en la fórmula de adjudicación de nuestro pliego de condiciones -hecho inédito en las licitaciones de Argentina- definía el resultado de la concesión quien más mano de obra local nos tomase.
Ante este escenario, la apuesta por la producción y el crecimiento de Rosario y nuestra región que realiza este grupo de empresarios españoles y argentinos con el gerenciamiento del Puerto de Tarragona cobra una dimensión distinta: trasciende lo económico... trasciende al negocio, ya que pasa a asociarse a los muchos que queremos y hacemos, para lograr una Argentina distinta.
Entre enero y junio del presente año las firmas de capitales españoles invirtieron casi 1.500 millones de pesos en nuestro país, un 31% más que en el mismo lapso del año pasado. Y si miramos la década de los •90, España se posiciona como el segundo inversor en el país. Confiamos en que el grupo gerenciado por la Autoridad Portuaria de Tarragona, hoy ya concesionario de este Puerto de Rosario, continúe con esta tradición española de creer en nuestro país más allá de las adversidades de esta coyuntura.
Las empresas españolas inversoras preservaron los puestos de trabajo en medio de nuestra recesión, por eso no nos extrañó que, en la oferta, el grupo liderado por Tarragona tome el máximo de mano de obra local solicitado en nuestro pliego... El 80% de todo lo que se trabaje en forma directa o tercerizada en este puerto, será ocupado por trabajadores rosarinos. El futuro es un permanente territorio a conquistar, a convertir en realidad, hacia él vamos con nuestras convicciones sustentadas en los valores y principios de siempre, los que no envejecen, los que mamamos en nuestras familias, para alcanzar los resultados sociales justos, en el marco de una convivencia democrática. Atentos siempre para escuchar la palabra más usada: necesidad. La gente necesita... las sociedades necesitan... y hacer que esa necesidad se satisfaga es básicamente un acto político, que cuando lo ejercemos sentimos que estamos sirviendo... y que la memoria se recobra y la esperanza aparece, y que los arquitectos del futuro se aprestan... Es entonces cuando sentimos ser "el instrumento que tienen las sociedades para cambiar lo que les duele...", como dijo Juan Pablo II; y es ahí cuando percibimos el orgullo de ser servidores.
El proceso de concesión del puerto ha llegado a su fin exitosamente, sustentado en la importancia y la calidad de la oferta recibida, que según los antecedentes y el proyecto de inversión presentados está en plena sintonía con lo que siempre se indicó como objetivo del Enapro. Si se puede se debe y si se debe y se puede es porque se quiere. Porque nuestro querer es nuestro deber, pero fundamentalmente nuestra posibilidad: el deber es lo que el querer funda y la posibilidad es lo que el querer descubre. Quisimos encarar el proceso de gestión de lo público en sintonía con los criterios de eficiencia y eficacia sin sacrificar la equidad. Pudimos llevarlo adelante frente a una innumerable cantidad de inconvenientes provenientes de intereses mezquinos y malas experiencias pasadas. Debemos hacerlo realidad todos los días. Podríamos decir que lo hicimos; preferimos decir que comienza una etapa fundamental para nuestro puerto, nuestra ciudad, nuestra región, para nuestros trabajadores y para mucha gente que quiere volver a creer en sus sueños.
Queda poco que decir... mucho que pensar y hacer, en este mundo tan imperfecto... pero les aseguro que vale el intento.


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