Año CXXXV
 Nº 49.315
Rosario,
jueves  29 de
noviembre de 2001
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Condenado a perpetua por el feroz asesinato de una amiga
El crimen ocurrió en agosto de 1999 en Fray Luis Beltrán. La víctima tenía 21 años

El 27 de agosto de 1999, José Luis Biancotti descubrió su propio crimen. Regresó a la vivienda de Fray Luis Beltrán donde había cometido el brutal asesinato de una amiga de 21 años y fingió haber hallado el cadáver. Pero volver al escenario del crimen le costó caro. Pronto quedó en evidencia que había sido él el hombre que, un par de horas antes, la tiró contra una pared, la golpeó con una plancha, la degolló con un cuchillo y cuando aún estaba viva le arrojó una garrafa a la cabeza. Terminó confesando que la había matado y ahora lo condenaron a prisión perpetua por el alevoso homicidio.
Biancotti había sido amigo de la víctima desde hacía muchos años, ya que la familia de la chica vivía en el mismo barrio que él. Ella se llamaba Estela Noemí Cabrera, estaba casada y vivía junto a su esposo, Víctor Vera y el pequeño hijo de ambos, Jonathan, de 2 años, en una humilde vivienda de Presidente Illia 324 de Fray Luis Beltrán. El también estaba casado. Su mujer estaba embarazada de 8 meses y las dos parejas solían compartir cenas y encuentros con frecuencia.
El 27 de agosto de 1999, Biancotti fue a visitar a Estela poco después de las 14, cuando el esposo de ella se había ido a trabajar a la planta de Celulosa.
Nunca quedó claro cuál fue el motivo de la discusión que mantuvieron esa tarde. En un primer momento la policía dijo que ambos mantenían relaciones sexuales extramatrimoniales y que el crimen se desencadenó por una cuestión pasional. El imputado, por su parte, alegó que la chica había intentado tener relaciones con él y, ante su negativa, se desató la pelea. Los investigadores esbozaron una hipótesis inversa: que él haya intentado seducirla y el rechazo de la chica provocara su alevosa reacción.
Pero nada de eso pudo probarse y el móvil del crimen todavía es un enigma. Lo cierto es que el homicida cometió todo tipo de ataques hasta asegurarse de que la joven había perdido la vida. Primero la empujó al baño. Al caer al piso, la chica golpeó su cabeza contra una pared y quedó en estado de semiinconsciencia. Al verla desvanecida, el agresor tomó una plancha y le efectuó un fuerte golpe en la cabeza. Como la joven aún respiraba, le cortó el cuello con una cuchilla de cocina. Y aún no había muerto cuando le asestó otro golpe en la cabeza con una garrafa.
Recién entonces Biancotti escapó del lugar rumbo a su casa. Se bañó y lavó las prendas que vestía con lavandina. A las 16.45 volvió a la escena del crimen junto a su esposa y, tras encontrar la llave de la puerta tirada en el piso, ingresó a la vivienda y fingió descubrir el cadáver de Cabrera.
La artimaña no funcionó. Los policías advirtieron su nerviosismo y, tras secuestrar las prendas con restos de sangre en su casa, lo detuvieron. Luego admitió haber sido el autor del crimen.
Aunque su defensor intentó demostrar que actuó bajo un estado de emoción violenta, esta posibilidad fue descartada por una pericia ordenada por el juez de Sentencia Ernesto Genesio y su secretario, Ernesto R. Eiris. Ese examen descartó que el acusado haya sufrido alguna alteración al momento del hecho y concluyó que comprendía la criminalidad de sus actos, por los que mostró arrepentimiento.
El juez lo condenó a prisión perpetua por cometer un homicidio calificado por la alevosía, debido a que la víctima en ningún momento pudo defenderse. No sólo estaba seminconsciente, sino también inmovilizada. El homicida le había atado las manos.



El juez de sentencia Ernesto Genesio llevó el caso.
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