Bonn/Hamburgo. - Tras un comienzo pleno de optimismo, la conferencia sobre el futuro político de Afganistán en Bonn entró ayer e n una fase de arduas negociaciones en torno al reparto del poder en el futuro gobierno de transición y la seguridad del país, que parecían reducir las posibilidades de llegar a un rápido acuerdo. Mientras los representantes de Naciones Unidas se empeñaban en moderar las grandes expectativas cifradas en esta cita, un dirigente afgano informaba sobre las primeras diferencias surgidas entre las cuatro facciones presentes sobre el despliegue de tropas de paz en territorio afgano que propugna la ONU. Las delegaciones sólo parecen estar de acuerdo en un punto: involucrar al ex rey Mohammed Zahir Shah en el postalibán, aunque sea como un hecho más simbólico que político.
Las cuatro facciones que asisten a la conferencia son la Alianza del Norte, la Asamblea de Peshawar (de mayoría pashtún), el denominado Grupo de Roma -nucleado en torno al ex monarca Zahir Shah- y el llamado Grupo de Chipre, que aglutina a intelectuales exiliados. Luego de acordar el cronograma de la transición, los 38 dirigentes reunidos en la residencia de Petersberg se concentraron ayer en dos temas primordiales: la seguridad y la composición de un gobierno interino que llene el vacío de poder dejado por el depuesto régimen talibán.
Comicios libres
El jefe de la delegación de la poderosa Alianza del Norte, Yunus Qanuni, dijo que reina un amplio consenso sobre los principios generales para la formación de una administración de amplia base que estabilice el país. "Todos los grupos étnicos deben estar representados. Pero para ello tiene que haber democracia y comicios libres", dijo el ministro del Interior de la facción más poderosa afgana, que actualmente ostenta el poder en Kabul y controla el norte del país.
Los analistas estimaban que uno de los aspectos cruciales de las negociaciones era justamente hasta qué punto la Alianza del Norte -o Frente Unido, como prefiere llamarse-, que ha tomado el poder de facto en la capital afgana, estaría dispuesta a compartirlo con las demás etnias.
Otro tema espinoso de las sesiones de ayer fue la propuesta del envío de tropas de paz a territorio afgano, que fue rechazada de plano por Qanuni. "Tal y como lo hemos dejado en claro en el pasado, preferimos que los propios afganos velen por su seguridad, insistimos en eso", dijo el ministro del Interior de la facción que en estos momentos ostenta el poder en Kabul. Sobre las perspectivas de llegar a un acuerdo, Qanuni señaló que "en dos o tres días la conferencia podrá culminar con un resultado positivo".
La ONU se inclinan por la presencia de una fuerza de paz multinacional. Otras opciones son en cambio los Cascos azules, dirigidos directamente por la ONU y no por EEUU, y tropas étnicas afganas. Esta última opción fue excluida por la ONU porque requeriría demasiado tiempo y es, en cambio, la preferida por la Alianza del Norte.
Por su parte, el segundo representante de la ONU para Afganistán, Francesc Vendrell, declaró a la prensa que "la atmósfera es buena", pero advirtió que la situación podría modificarse de un momento a otro. "Les quiero prevenir de que, tras tantos años de guerra, esperen que logremos hallar una solución para todo", dijo el diplomático español.
Extensión del diálogo
Vendrell no quiso descartar la posibilidad de que el cónclave se extendiese hasta el 5 de diciembre, fecha a partir de la cual se celebrará una conferencia de países donantes de ayuda a Afganistán en Berlín. Tanto Vendrell como Qanuni mencionaron la posibilidad de que sea necesario convocar a una segunda conferencia que otorgue carácter definitivo a lo resuelto en Bonn.
Vendrell informó que en las consultas también ha sido abordado el papel que podría desempeñar en un gobierno interino el depuesto monarca Mohammed Zahir Shah. "El rol del antiguo rey es importante", destacó el enviado de la ONU, y precisó que las delegaciones han enviado señales de que estarían dispuestas a otorgarle al monarca de 87 años una función de relevancia. También Qanuni expresó la anuencia de su facción al respecto: "No creemos en el rol de las personas, sino en los sistemas. Pero si la Loya Yirga (Asamblea Tribal) quiere otorgar un papel al rey, lo aceptamos". Zahir Shah vivió exiliado en un suburbio de Roma desde que fue derrocado por un golpe de Estado en 1973. Muchos afganos recuerdan su reinado como una época dorada de paz y estabilidad. (DPA y Ansa)