Año CXXXV
 Nº 49.312
Rosario,
lunes  26 de
noviembre de 2001
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Vientos de un homenaje a España
Ernesto Bitetti y la Orquesta Sinfónica Provincial tocaron en el Monumento
El concierto del viernes clausuró el ciclo recordatorio por el natalicio del maestro Joaquín Rodrigo

Silvio Mario Valli

El poderoso sonido de la guitarra de Ernesto Bitetti logró como parte del encantamiento hacer desaparecer las zozobras previas y durante la realización, el viernes anterior, del concierto clausura del Ciclo de homenaje a Joaquín Rodrigo, el músico nacido en Sagunto, Valencia. El tributo había comenzado en junio pasado con motivo de cumplirse este año, más precisamente el 22 de noviembre, el centenario de su natalicio, día dedicado a Santa Cecilia, patrona de la música.
Las mencionadas zozobras se refieren al tiempo y su amenaza de lluvia, así como también a la persistencia de Eolo, mítico Señor de los Vientos, que pugnó y logró mezclarse toda la noche con las fusas, semifusas y corcheas que generaba la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario dirigida por el maestro Juan Rodríguez, haciendo volar partituras y efectos. A tal punto, que una bella señorita, reemplazada luego por un diligente joven, se sentó frente al atril del podio del director para mantener férreamente aprisionada la partitura desde la cual dirigía. Situación que también fue destacada por Bitetti al exclamar molesto: "¡Es una noche intempestiva!".
Anécdotas extra-artísticas al margen, el acto musical se inició con la entrega de los premios que se otorgaron a los ganadores del Concurso nacional de piano Joaquín Rodrigo, para que luego la orquesta interpretara tres "Danzas fantásticas" del sevillano Joaquín Turina. Fueron "Exaltación", "Ensueño" y "Orgía". Ritmo, inspiración y frenesí, respectivamente.
A continuación hizo su ingreso al escenario enclavado en el Patio Cívico del Monumento a la Bandera, flanqueado por banderas argentinas y españolas -porque no fue sólo un homenaje a Rodrigo sino a toda España- el guitarrista Ernesto Bitetti, calurosamente ovacionado y admirado por su talento como músico e intérprete, quien tiene la humildad de los grandes y un valor agregado: es rosarino, esto dicho sin chauvinismos concesivos.
Bitetti interpretó en primer término la bellísima "Fantasía para un gentil hombre" que Rodrigo dedicó al insigne guitarrista español Andrés Segovia, por considerarlo así: un gentilhombre por sus méritos artísticos y personales. Obra importante de gran evocación poética y clima descriptivo que Bitetti trasladó con su impronta personal, a un público menos numeroso que el esperado por razones climáticas obvias, aunque respetuoso y atento.
Una digresión para marcar la relación del maestro español con el guitarrista rosarino: Rodrigo le dedicó a Bitetti su sonata "La Española" (1966/67) que el guitarrista estrenó en la Opera de Roma.
Luego Bitetti hizo el "Concierto de Aranjuez" (1940) -lugar éste donde descansan los restos de Rodrigo-, una obra que era esperada con mucha expectativa y que había servido de gancho para los afiches publicitarios. El concierto fue exhumado por Bitetti "como si fuera la primera vez", dijo, manteniendo toda la alegre introducción del primer movimiento, la ternura murmurante del segundo y el vigoroso ritmo bailable del tercero. Curioso destino de esta maravilloso concierto, una de las obras maestras de la guitarra moderna, ya que ha logrado, paradójicamente, en cierto modo eclipsar la monumental obra del valenciano que incluye más de 300 piezas para guitarra, piano, arpa, orquesta, ballet, corales y vocales, zarzuelas, bandas sonoras y muchas otras. Así, generalmente, los públicos no eruditos asocian a Joaquín Rodrigo con el "Concierto de Aranjuez" y nada más.
Como cierre, generosamente, Bitetti ofreció dos encore: "Asturias" de Isaac Albéniz y "Milonga" del argentino Jorge Cardoso. La Orquesta Sinfónica, por su parte, tuvo meritoria labor con su director al frente, no obstante las limitaciones y distorsiones acústicas que son proverbiales, inveteradas y que provocan bizantinas discusiones, cuando se realizan conciertos al aire libre producto de las amplificaciones, el viento y ainda mais. Como encore orquestal se ofreció "España" del francés Emmanuel Chabrier, exaltación tímbrica de la chispeante vena española. Y finalmente no llovió.



El guitarrista desplegó su virtuosismo.
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