Año CXXXV
 Nº 49.312
Rosario,
lunes  26 de
noviembre de 2001
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Brutal crimen de un menor en la esquina de Bolivia y La República
Asesinan de un disparo a un pequeño ciruja
Tenía 14 años y buscaba hierros junto a una chatarrería. Un vigilador lo mató desde adentro del predio

Sergio M. Naymark

"Estábamos juntando algunos fierros viejos que estaban tirados para poder venderlos y comprar comida". Jonhatan Romero habla con un tono muy bajo y mirando al piso. Tiene tan sólo 10 años y sus ojos están enrojecidos por las lágrimas. A pocos pasos de donde está hablando, en medio de una calle de tierra, yace muerto su hermano, Marcos Sebastián Romero, de 14 años. Los dos chicos junto a un tío habían salido, como habitualmente lo hacen, a cirujear en un carro. Entonces se detuvieron para juntar algunos hierros herrumbrados y abandonados junto al alambre perimetral de una chatarrería de la zona noroeste. Mientras Marcos levantaba del piso algunos trozos de metal, un hombre mayor surgió de entre los yuyales del predio y sin mediar palabra le disparó un balazo. El proyectil, calibre 38, le perforó el tórax y lo mató. Su cuerpo, ante la atónita mirada de familiares y vecinos, estuvo tirado en la calle algo más de una hora, hasta la llegada del juez de Instrucción en turno que dispuso su traslado al Instituto Médico Legal. En tanto, tras las rejas de la comisaría 20ª, anoche permanecía detenido e imputado de homicidio simple Pedro Aquino, de 70 años, y vigilador de la chatarrería.
El trágico episodio que le costó la vida a Marcos, cuya única arma eran los brazos con los que levantaba hierros viejos de la calle, ocurrió poco después de las 17 de ayer en la esquina de República y Bolivia. El menor, junto a su hermanito y un tío recorrían el barrio como lo hacían habitualmente arriba de un carro tirado por un caballo. Para los vecinos, los Romero son conocidos. "Antes vivían en el barrio pero hace un tiempo se fueron para el lado de Empalme Graneros", dijo un hombre que no supo precisar exactamente la dirección familiar y que recordó que "siempre andaban con el carro por aquí juntando cosas viejas para poder vender".
En la esquina mencionada se levanta un amplio predio que pertenece a la empresa "Ivana" y está delimitado por un alambre de púas. En el interior, los hierros herrumbrados están semitapados por los altos yuyales y algunos trozos de metal sobresalen por entre el alambre y se juntan con la basura dispersa sobre la irregular tierra de calle Bolivia. "Esto es una verdadera ratonera. Nadie se hace cargo de nada, está todo abandonado y encima ocupan parte de la calle. Todo el barrio tiene asfalto menos esta cuadra por culpa de estos asesinos mugrientos", coincidieron algunas indignadas vecinas que observaban como los policías cargaban el cuerpo de Marcos en la mortera.
Hasta ese lugar llegaron Marcos, Jonhatan y su tío. Detuvieron el carro como lo hacían a menudo y el mayor de los chicos bajó para cumplir con su tarea. "Mi hermano estaba juntando los fierros cuando se asomaron dos tipos. Uno es el vigilador del lugar pero el otro estuvo aquí un tiempo y hacía mucho que no lo veíamos. Ese fue el que tiró", dijo con certeza Jonhatan a La Capital mientras una tía lo abrazaba y le preguntaba al cronista que iban a hacer ahora con el cuerpo del menor.

Amenazas y tiros anteriores
"A veces, cuando pasábamos por aquí, el tipo hacía unos tiros al aire para asustarnos pero nunca nos habían hecho nada a nosotros" dijo el pequeño Jonhatan. Esta vez la historia fue distinta. Ya no hubo advertencias ni amenazas. "Le tiraron a matar..." agregó el chico.
"Cuando vímos que Marcos se cayó herido mi tío salió corriendo con el carro para el frente de la chatarrería (que da a calle Juan José Paso) para agarrarlo al tipo que tiró y cuando estábamos ahí empezó a llegar la policía", relató el menor de los Romero.
Además, Jonhatan contó que en su familia eran "ocho hermanos, pero ya mataron a tres y ahora quedamos nada más que cinco" y se fue abrazado a las tías que trataban de consolarlo y explicarle lo que nadie en el barrio podía explicar.
Respecto a la llegada de la policía, una vecina no salía de su dolor y clamaba justicia. "Cuando escuché el disparo salí a la puerta de casa y vi al nene tirado en medio de la calle. Enseguida llamé a la policía y a la ambulancia. Me pidieron mi dirección, mi teléfono, mi número de documento y yo le pedía que se apuraran. Después nos acercamos con otra vecina y el chico vivía. Pero cuando llegaron la policía y la ambulancia el pibe ya estaba muerto".
A las 19, cuando ya el sol caía sobre la humilde barriada de la zona noroeste de la ciudad, el juez de Instrucción Carlos Carbone llegó al lugar, inspeccionó la zona y dispuso el traslado del cuerpo de Marcos para que se le realice la autopsia de rigor.



El cuerpo de Marcos Romero yace en la calle.
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