| | cartas Campos de concentración
| En el año 1979, junto a mi esposa, una delegación de turistas recorrimos parte de Europa, y nos tocó visitar la República Democrática Alemana. La excursión incluía la visita a los campos de concentración de Buchenwald, donde se exterminó a centenares de judíos y demás seres humanos. Así pudimos ver montañas de zapatitos de los niños sacrificados, pantallas construidas con piel humana de los ejecutados, dentaduras postizas a las que les habían extraído el oro; elementos de torturas, laboratorios experimentales de apremios. Se esparcían por el campo de exterminio muestras de torturas y altos postes con ganchos donde se colgaba a detenidos considerados "rebeldes". Cuando salimos de aquel terrible infierno, nos llamó la atención la formación de dos largas colas, donde esperaban turno para entrar. Una fila estaba compuesta por estudiantes de escuelas primarias, otras por soldados y policías, que esperaban ingresar a una sala, donde se pasaban películas contadas por dos sobrevivientes del campo de concentración. Cuando preguntamos los motivos de estas visitas, nos informaron que el Ministerio de Cultura y Educación de la RDA lo había dispuesto para que la población en general pudiera observar los crímenes que había cometido el nazismo. David Schapira
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