Año CXXXV
 Nº 49.312
Rosario,
lunes  26 de
noviembre de 2001
Min 12º
Máx 27º
 
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cartas
Por la dignidad que merecemos

Existen derechos y garantías constitucionales que nos amparan y en determinado momento estamos obligados moralmente a hacerlos valer, recurriendo a la ley y peticionando aquello que como seres humanos merecemos y que es el derecho a la vida y a la salud. Que esta carta sirva para todos aquellos lectores que en algún momento de su vida tengan que pasar por una situación de enfermedad terminal e irreversible. Mi madre fue internada en el Pami I por un accidente cerebrovascular. Allí se le detecta un ACV hemorrágico y permanece 10 días en terapia intensiva, en estado de coma profundo. Luego es pasada a la sala, por la gravedad del cuadro y ante la imposibilidad de recuperación. Los médicos consideraron que ya no había nada por hacer, solo esperar el desenlace de esta enfermedad terminal. El cuadro se va agravando. La doctora Silvia Suárez nos informa que le dará el alta. Frente a la desesperación recurrimos a la asistencia social del Pami por un lugar. La respuesta fue que no, que deberíamos esperar de 3 meses a un año. Desesperados recurrimos a los Tribunales federales de Rosario. Allí fuimos atendidos por la jueza Arribillaga, quien dio curso al pedido de amparo y medida de no innovar, solicitado para que mi madre no sea externada; lamentablemente al llegar el médico legista, mi madre había fallecido. Quiero dejar constancia y para que se conozca, que los derechos están para que los hagamos valer. En homenaje a mi madre, por su dignidad, y por la de todos aquellos enfermos y familiares, que no se permita vulnerar el derecho a ser atendido dignamente, pues ese derecho es justicia.
Angella de Leonardi


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