Año CXXXV
 Nº 49.312
Rosario,
lunes  26 de
noviembre de 2001
Min 12º
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cartas
Extraña actitud de un médico

Quiero dejar en claro que el relato a continuación no lo hago con la finalidad de justificar lo injustificable, pero sí para analizar una reacción del doctor Fridman. Conocí al mencionado profesional en los momentos que mi madre padecía un cáncer terminal y se llamaba permanentemente al servicio de Cruz Azul, y siempre concurría a este llamado de urgencia el doctor Fridman, con la sonrisa en sus labios, para que mermara el miedo de mi madre, con oídos atentos para escuchar su dolor y con sus manos alertas para acariciar las de mi madre o bien para secar una lágrima de ella. No tenía horario, no hubo nunca un mal gesto, no cobraba plus, y teníamos (dados por el mismo profesional) el domicilio y el teléfono particular, para que lo llamáramos cuantas veces lo necesitábamos y a cualquier hora. Cuantas veces mi madre fue internada era visitada por el doctor Fridman. No sólo a mi madre atendió de esta forma sino a todas las personas que lo necesitaban ya que los comentarios en los consultorios eran los mismos. Al leer y escuchar las noticias me pregunté: ¿un médico no es un ser humano, que pasa las mismas necesidades, problemas o demás conflictos que nosotros? ¿No tiene derecho a tener una reacción y dar una mala contestación como pudo haberle dado a la señora que lo denunció? ¿Era un médico de familia que a lo mejor con el progreso quedó estacionado, con su buen trato o no y esto quizás molestaba? ¿Las presiones de las mutuales actuales no habrán tenido un poco de culpa también? No sé doctor Fridman cual será su destino, pero sí quiero que sepa que yo le estaré permanentemente agradecida y quedo a su entera disposición.
Martha María Chimento Miranda


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