Gustavo Yarroch
Los salaítos anticiparon la Nochebuena. Se vistieron de Papá Noel y le regalaron a Argentino de Quilmes un partido que solamente un equipo generoso con su rival podía dejar escapar. Los albos empataron, pero en realidad fue como si hubieran perdido. Con la chapa 2 a 0 a favor, Vanadía malogró un penal. Y después, cuando los locales descontaron, el equipo de la dupla Machetti-Craiyacih desperdició tres chances más que propicias para terminar la discusión. La igualdad, como debía ser para redondear una tarde negativa, llegó a tres minutos del final. Argentino, se sabe, no está para obsequios. Y menos en partidos virtualmente resueltos. La lucha contra el descenso es cruel y es mucha, un camino espinoso en el que hay que saber capitalizar casi todas las oportunidades favorables que se presentan. De lo contrario, se corre el riesgo de que después sea demasiado tarde. Los módulos tácticos fueron similares (3-4-1-2), pero las posturas, no: en el arranque, los mates tuvieron una mayor predisposición ofensiva. Los salaítos no le encontraban la vuelta al partido y pensaban más en cuidar el cero en su arco que en atacar. Sin embargo, a los 20 se encontraron con la apertura: el tiro libre de Vanadía hizo escala en Leiva antes de llegar a la red. En su afán por empatar, los locales se desprotegieron atrás. Bodnar resolvió mal un contragolpe claro como pocos y, sobre los 40, los salaítos usufructuaron al máximo un grosero error de los locales: pelotazo largo de Ayuso, cabezazo de Robisso, horror de Ventoso en el cierre y definición de Akerman con un tiro cruzado. Una recompensa exagerada para un planteo más bien conservador. A los 5 de la etapa final, a Robisso lo bajaron dentro del área. Penal y gol significaba partido terminado. Pero Vanadía lo pateó anunciado y débil, y Lacerre se lo atajó contra el costado derecho. Los locales tomaron impulso y los salaítos comenzaron a retrasarse contra el área de un Ayuso mucho más dubitativo que confiable. Luego de un centro, Sever tuvo tiempo de pararla de pecho dentro del área chica y de acomodarse antes de sacar la volea goleadora que le puso suspenso al desarrollo, sobre los 21. El albo se fue atrincherando lentamente, pero a cambio contó con mucho campo libre para lastimar de contraataque. En cuatro réplicas estuvo más cerca de aumentar que los locales de empatar. La más clara fue a los 40, cuando Núñez lo dejó solo a Vanadía y éste, en lugar de definir de primera el mano a mano, intentó una gambeta que quedó en poder del arquero. Hasta que a los 42 llegó el cabezazo goleador de Lemos y el reparto se clavó en el corazón de los salaítos. Al cabo, difícilmente se encontrarán con un partido tan ganable como el de ayer.
| |