Año CXXXV
 Nº 49.311
Rosario,
domingo  25 de
noviembre de 2001
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Fuera de foco
Eduardo Delgado: "Tengo un alma romántica"
El músico evalúa el Festival Argerich y habla de sus gustos musicales

-¿Por qué se demoró tanto el inicio del Festival Argerich?
-Hubo problemas de último momento, ajenos al teatro. Por ejemplo, uno de los pianistas que tenía que venir se enfermó y eso hizo que se altere el programa. El resto llegó a las cinco de la tarde del lunes y querían ensayar y estudiar. Después, nadie quería ser el primero en salir al escenario. Vinieron el lunes porque Martha quería descansar el domingo, ya que toda la semana había tocado en el Colón. Pero nada fue improvisado, si alguien pensó que se trató de un ensayo se equivoca, porque todo ya había sido en el Colón. Los pianistas quisieron estudiar y ensayar porque es necesario conocer el piano con el que vas a tocar, porque no todos son iguales. Desgraciadamente, los pianos de El Círculo no están en perfectas condiciones y necesitamos desesperadamente un nuevo piano en la ciudad.
-La gente se quedó con ganas de más Argerich.
-Esto fue un festival, no fue la gran presentación de Martha. Espero que en el futuro ella pueda venir y hacer un concierto con orquesta y tener un lucimiento como merece. El festival consistió en presentar a gente con joven con talento, como Gabriela Montero, que hizo una grandiosa versión de la sonata de Alberto Ginastera. Si tenemos la oportunidad de hacer otro festival me gustaría organizarlo de otra manera, con más días, con masterclass y con más lucimiento de Martha. Lo del lunes fue un poco un maratón.
-¿Cómo fue tocar con Martha Argerich en tu ciudad natal?
-La primera presentación mía con Martha en el mundo fue el Colón la otra semana. Fue muy buena la elección de la obra de Carlos Guastavino, y a ella le gustó mucho, al punto que lo va incluir en su repertorio. Fue un sueño que se cumple después de muchos años.
-¿Tuviste algún miedo al tocar con ella?
-No, creo que ella tenía más temor que yo, porque tocaba una obra que no conocía, y que hizo por primera vez en el Colón. Para mí también era una obra nueva, porque si bien la enseñé en la Universidad de Fullerton, en California, nunca la había tocado en un concierto. Antes de salir al escenario ella me decía "hay no sé cómo nos va a salir". Entonces yo le dije: "Martha, salgamos y hagamos música. Eso es lo más importante".
-¿Cómo conociste a Astor Piazzolla?
-No lo conocí personalmente. Hubo una serie de increíbles desencuentros. El llegaba adonde yo estaba y yo me había ido, o al revés. Piazzolla me dedicó la partitura de "Adiós Nonino", y me conoció a través de Lalo Schifrin.
-¿El bloque de Bach a Schumann que hiciste en el festival representa tus gustos?
-Bach es un compositor que me gusta incluir en mis recitales, pero tengo un alma muy romántica y todo lo que sea Chopin y Schumann forma parte de la música de la que me siento cerca. También me encanta Mozart y Beethoven.
-¿Qué pasa por la mente de un pianista cuando toca las obras que más le gustan?
-Es algo más espiritual que físico. Es lograr, con la música, no tener los pies en la tierra. Cuando estás nervioso y ansioso estás muy pendiente de lo que pasa en la sala. Yo últimamente estoy tratando de desprenderme de eso y llegar a ese estado puro al que sólo la música te puede llevar.



El pianista rosarino fue el alma máter del encuentro.
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