Año CXXXV
 Nº 49.311
Rosario,
domingo  25 de
noviembre de 2001
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El elegido de la semana
Por las bateas: "El hijo del ferroviario"-Víctor Manuel
El cantante confirma su carácter de cronista musical de su tiempo

Marcelo Minichetti

Desde 1969, cuando apareció el primer álbum de Víctor Manuel, hasta hoy, el asturiano demostró que llegó al mundo de la música popular para quedarse. Dueño de una visión abarcadora de la realidad y con anclaje en el antiguo cancionero español, el compositor se sumó a una galería de cantautores que hoy comparte con Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina y Ana Belén, su mujer.
Desde aquel tiempo que el músico evoca en el tema "Hay más de dos caras" ("Mírame esta mano que fue puño/y con él soñé que cambiaría el mundo...") hasta la actualidad, el artista supo crecer, cimentar su prestigio y mantenerse a tono con los tiempos.
El nuevo disco del cantautor comienza con "Nada nuevo bajo el sol", un tema dedicado a repasar la vida de una hija con ritmo salsero. Luego llega "El hijo del ferroviario", una de las mejores poesías evocativas del álbum. El sonido de la armónica que Víctor Manuel solía tocar en su Mieres natal junto al puente de la Perra, abre la puerta a un rap que consigue conmover por su profundidad.
El cantante incluye "Dueña y señora", una canción en la que la música se recuesta en el reggae con regulares resultados. La mirada sobre el pasado vuelve con "Hay más de dos caras". En el soporte musical sobresalen las muy buenas guitarras en manos de Chicco Gussoni que remiten al sonido de Mark Knopfler.
Víctor Manuel suma la voz de su mujer, Ana Belén, en los coros de "A la mar fui por naranjas", canción en la que una gaita invita a reflexionar a la manera típica de Víctor Manuel quien, como en este caso, suele pensar en voz alta a través de sus temas.
El blasón de la épica que el artista lleva siempre en alto aparece con "No es bueno que el hombre esté solo", y la rumba explota con "Por mi culpa", donde una impronta rockera tiñe el relato de una conquista amorosa frustrada.
Joaquín Sabina se suma al disco cantando mucho mejor de como lo hace habitualmente. Junto a Víctor Manuel interpreta "María de las mareas", una larga canción en la que la orquesta deja las voces muy solas al frente.
El nuevo álbum muestra algunas originalidades como "Veinticuatro horas", una parábola que emparenta al hombre con la efímera existencia de las moscas. El humor negro dibuja metáforas que hablan de las moscas y también de los hombres que viven rápido, hacen mucho daño y terminan sus vidas en consecuencia.
"Si nos llegaran los niños" tiene una música que no casa exactamente con el espíritu de la letra. Los sonidos resultan demasiado melosos para un poema de connotaciones reflexivas. En cambio "Las vidas de un pantalón" demuestra que Víctor Manuel siempre encuentra un modo para enarbolar su discurso. Aquí resalta perfiles de la condición humana a través de los distintos hombres que se calzan un pantalón.
"El hombre sin recuerdos" también toma un dato de la realidad y, casi impensadamente, hace que el mal de Alzheimer se convierta en tema de una canción. Un hombre que olvida todo dibuja sonrisas que se tornan en amargas muecas congeladas.
Cal: 3 estrellas
El disco termina con "Eres una isla", un lento canto de amor, y "Ojalá que tengas suerte", una canción extraña de alguien que reclama su propia muerte al compás de un ritmo que suena demasiado alegre. Víctor Manuel confirma que su talento y sus pasiones siguen enteros.



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