Año CXXXV
 Nº 49.308
Rosario,
jueves  22 de
noviembre de 2001
Min 19º
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cartas
Cumplir con las normativas

Me sorprende el patético accionar municipal respecto de actividades que en épocas de crisis tienden a proliferar, como es el caso de la comercialización de comidas en la vía pública. El gobierno municipal tiene la obligación de hacer cumplir las normativas que del mismo emanen para garantizar el bien común, y este preciso caso es la salud de la población, además de otros aspectos, por ejemplo, una correcta comercialización que contemple el interés de los distintos actores según los códigos respectivos. Pero a veces las normativas son superadas o no alcanzan a contemplar fenómenos resultantes de la dinámica socioeconómica. Entonces el poder político debe apelar a la creatividad para resolver esos aspectos. Es que cuando no basta sólo con administrar, es menester gobernar, o dar soluciones tangibles y ecuánimes. Problemas como el suscitado por la proliferación de "carritos" no autorizados en el parque Independencia, no son nuevos y es preciso darles pronta y justa solución. Existen experiencias al respecto que sería oportuno traer a colación. Hace algunos años en la Rambla Catalunya el desorden que causaban la proliferación anárquica de puestos de venta de "choripanes" era evidente, pero la necesidad de la gente de trabajar también, y el servicio a la mayoría del público que asistía y asiste a ese lugar especialmente en temporada estival por no ser socio de ningún club y cuya economía les impide consumir en los bares allí instalados, también debía ser tenido en cuenta. Es así que, atendido reclamos fundados de los comerciantes de la costa, el Ejecutivo municipal y el entonces secretario de Gobierno, Rubén Giustiniani, se decidió levantar los "carritos", lo que generó lógicos como ásperos y desesperados reclamos de las familias que dependen de esas explotaciones. Como alternativa se los obligó a trasladarse a la acera oeste de calle Carrasco, lo que los condenaba a la extinción. Recuerdo aquel tiempo en que, siendo colaborador del entonces concejal Norberto Cañedo, lo acompañé en intensas gestiones para salvar el sustento diario de estas familias trabajadoras, expulsadas del mercado laboral primero, perseguidas luego por medidas al menos apresuradas. Después de idas y venidas se pudo legalizar la actividad de estos pequeños comercios con las lógicas correcciones y la buena voluntad de las partes. Hoy son contribuyentes perfectamente en regla.
Edilio A. Quiroga


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