Con excepción de "Concierto de Aranjuez" y "Fantasía para un gentilhombre", las obras de Joaquín Rodrigo no eran incluidas con demasiada frecuencia en las programaciones de España. Incluso hay piezas que sólo se han estrenado fuera del país. "Yo no digo que no haya sido profeta en mi tierra, pero probablemente fuera de nuestras fronteras mi música es más conocida", reconocía Rodrigo hace unos años con cierta amargura. Tampoco faltaron los críticos. A los que le tachaban de poco innovador, respondía: "Puede que mi vaso sea pequeño, pero bebo en mi propio vaso". Rodrigo siempre se autodefinió, al mismo tiempo y aunque parezca una contradicción, como neoclásico y romántico. Sus obras se caracterizan por la colorida instrumentación, la refinada armonía y las influencias de la música del siglo XVIII.
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