Los mercados atravesaron ayer uno de los peores momentos desde que comenzó la crisis financiera. El reflejo más elocuente fue el nuevo récord histórico que alcanzó el riesgo país por la abrupta caída de los títulos públicos que cotizan en el exterior.
Con muy pocos negocios, algo que se viene repitiendo desde hace varias ruedas, las acciones líderes de la Bolsa de Comercio terminaron 6,08 por ciento abajo, mientras que los bonos de la deuda, a precios de liquidación según opinaron los analistas, perdieron 3,69 en el caso de la emisión más representativa tras el megacanje, el Bono Global 2008.
El descalabro de los indicadores fue producto de la incertidumbre que manifestaron los inversores sobre la reestructuración de la deuda pública lanzada el lunes por el ministro de Economía, Domingo Cavallo.
Al cabo de una jornada complicada, el presidente Fernando De la Rúa planteó que resulta preciso "salir de esta situación de pesimismo y desconfianza" por la que atraviesa el país.
"No podemos dejar que los brazos sigan caídos y que los rumores nos derroten", dijo el jefe de Estado en un encuentro con empresarios de la construcción, y pidió "el esfuerzo del conjunto" de la sociedad para salir de la crisis y lograr la reactivación.
Apresado por sus propias palabras
En su afán por convencer a los inversores internacionales de que se sumen a la reestructuración voluntaria de la deuda, Cavallo afirmó anteayer que si la operación no es un éxito la única alternativa para Argentina es seguir el camino de Rusia.
"El ministro de Economía les dijo (a los inversores) que, si no participan en la operación, no van a cobrar. Eso es una desprolijidad", cuestionó el analista Rafael Ber, de la consultora Argentina Research.
En un clima enrarecido, el Global 2008, el bono de referencia de la deuda argentina, cayó 3,69 por ciento y se ubicó al cierre en 36,6 dólares, con lo que acumuló una caída de más de 30 por ciento desde que el gobierno anunciara la reestructuración de deuda a principios de este mes.
El bono llegó a perder más de siete por ciento durante la jornada después de la noticia de la renuncia de Federico Sturzenegger, uno de los miembros de equipo de Cavallo quien, según el ministro, se fue por motivos personales.
Mientras tanto, el riesgo país Embi+ de JP Morgan, que mide la desconfianza de los inversores hacia la deuda del país, se ubicó al cierre en los 3.076 puntos básicos, tras subir 40 unidades, un nivel casi cuatro veces superior al de Rusia.
En el mercado argumentaban que la suba de este indicador "refleja los temores de los operadores" que aceptaron a "regañadientes el emplazamiento para quien participen en un masivo canje de deuda".
En la city crecen los rumores de que en el tramo internacional del canje habría una quita de capital, lo que hizo desmoronar las cotizaciones de los bonos de la deuda.
Otro mal trago que tuvieron que digerir los operadores fue la confirmación de que no se podrá cumplir con la promesa de reducir a cero el déficit fiscal en el último trimestre del año, aunque Mondino salió a decir que ese dato ya había sido descontado por el mercado (ver aparte).
"La incertidumbre del mercado pasa por saber cómo se financiará el desvío de 2 mil millones de pesos que habría hasta fin de año en la meta de déficit cero", apuntó un corredor de Bolsa en medio de la ausencia de compradores.
Ante un martes negro para las acciones argentinas, el escaso volumen de negocios permitió atemperar la baja. Los negocios en la plaza bursátil sumaron 12,13 millones de pesos, de los cuales 2,7 millones correspondieron a operaciones con empresas extranjeras a través de los Cedears. Las 51 firmas que registraron movimientos en las pizarras de la Bolsa se distribuyeron finalmente en 15 alzas, 32 bajas y otras 4 sociedades sin cambios.
A la espera del auxilio
En relación a la octava suba consecutiva del riesgo país, la consultora Argentina Research considera que marca la desilusión del mercado sobre la falta de apoyo económico externo y las dudas sobre el nivel de participación de los inversores en el tramo local o fase 1 como la denominan en los mercados. Sin embargo, los analistas piensan que los desembolsos ya acordados con el FMI y otros organismos multilaterales se concretarán a la brevedad, dando mayor solidez al actual apoyo verbal que se recogió en el exterior.
El próximo fin de semana llegará a Buenos Aires una misión del FMI con el propósito de evaluar de cerca la marcha del déficit cero y el cumplimiento de las metas con el organismo.
Ayer el ministro Cavallo intentó llevar un mensaje de optimismo al gabinete, al recomendar a sus pares y a todos los argentinos tener "tranquilidad y confianza" en el plan de reprogramación de la deuda, a fin de poder superar la crisis en la que se encuentra el país.
Sin embargo, la conflictiva relación de Cavallo con los inversores, especialmente externos actuó como un bumerán. Los tenedores de títulos no recibieron con agrado el mensaje del titular de Economía, quien el lunes afirmó que el Estado no tendrá un trato especial para ellos ni les otorgará garantías especiales de repago de los bonos que reciban en la reestructuración.
La operación consta de dos partes. La primera comenzó el lunes y se extenderá por dos semanas, e incluye bonos por valor de hasta 60.000 millones de dólares, principalmente en manos de inversores locales, como bancos y fondos de pensión.
A cambio de entregar sus títulos, estas entidades recibirán un certificado de deuda, que no cotizará en los mercados y estará garantizado por la recaudación tributaria del Estado.
La Ciudad
