| | Reflexiones Argentina maltratada
| Carlos A. Castellani (*)
¿Cuánto tiempo hace que venimos por el mal camino? ¿Cincuenta años? Probablemente. Luego de haber ocupado el sexto lugar en el mundo y de creernos que íbamos a ser ricos siempre. Quizás lo fuimos demasiado pronto y no le dimos valor, como el heredero, al que no le costó trabajo hacer dinero y luego lo malgastó y quedó quebrado. ¿Fue Perón? Quizás, con el buen afán de elevar el nivel de vida de los trabajadores, descuidó la sana administración y regaló cosas, en lugar de valorar el sacrificio para conseguirlas. ¿Fue su éxito político lo que encandiló a los que le sucedieron en el poder? Porque los presidentes democráticos y militares que ocuparon después ese puesto tuvieron una misma constante: aumentar el gasto público y crear un Estado que al día de hoy resulta ingobernable. Es como creer que los recursos son una fuente inagotable, que nunca van a dejar de proveer a las arcas del Estado nacional, provincial y municipal. Tuvimos una época buena: Frondizi presidente de la Nación, Alsogaray ministro de Economía. La mejor moneda del mundo. Se fue Alsogaray y caímos nuevamente en la inflación. Demagogia, populismo, más adelante se arreglarán las cosas... Otra buena época: Menem presidente, Cavallo ministro de Economía. Desterró la inflación de décadas en el país. Se fue Cavallo. Otra vez con problemas. Ahora vuelve dentro de una alianza dividida, con un país mucho más comprometido, sin verdadero poder para accionar. La actividad privada, sostén del aparato público y privado, nunca fue bien considerada. Siempre se dijo: en Brasil es distinto; el gobierno de turno -no importa su color político- empuja a los empresarios, se pone a la par, para entusiasmarlos, instalar nuevas empresas, ganar mercados. Saben que esa es su vida presente y futura. La actividad privada, cuanto más gane, mejor. Mayor crecimiento, mejor nivel de vida de toda la sociedad. En Argentina no; se escuchan voces de diputadas y diputados cuestionando las ganancias de las empresas. También lo hacen cuando pierden o quiebran, como Aerolíneas. ¿Cuál es entonces su postura o preferencia? Por eso Brasil, que comenzó años después que Argentina con su industria, hoy es mucho más poderoso -diez veces más-; por supuesto que su gran mercado también influye positivamente. La riqueza no es algo estático, que está ahí y hay que aprovecharse de ella. Necesita del hombre para ponerla en marcha, del trabajo, la constancia, la creatividad, inclusive la fortuna, para tener éxito. Países pobres en su territorio, como Japón, llegaron a ser potencias mundiales, por estas condiciones y acciones humanas. Un país rico es un país con grandes capitales, con muchas empresas, grandes, medianas y pequeñas, que son las que combaten realmente la desocupación. No se puede crear trabajo duradero desde el Estado; es ficticio, aumenta el gasto público, comprimen la actividad privada y terminan siendo un boomerang para la sociedad. Reglas claras y estables. Mentalidad emprendedora y de progreso constante. Esto necesita un país, por mucho tiempo. Así crece. Sin intervencionismo del Estado que termina complicando todo. ¿Se puede pensar en un Estado justo, perfecto, distribuidor, organizador de todo? Negativo. Lo componen seres humanos, con virtudes y defectos. Lo mejor es crear reglas generales correctas, que deben ser cumplidas. El doctor Raúl Alfonsín me parece un hombre honesto, transparente, convencido de lo suyo. Pero nefasto para el país, sobre todo en las cuestiones económicas. Lo más grave es que no toma conciencia de la difícil situación que vivimos. Porque el ex presidente debe ejercer la autocrítica. Debemos recordar el descontrol económico del país, en 1989, que lo obligó a su retiro anticipado del poder. Lo mismo pasa con muchos de sus seguidores, que adjetivan pero no proponen. Es la izquierda, en Argentina o en el mundo. Engañosa y dañina. Se disfraza de bondadosa, dejando del lado de los malos a los que no piensan de esa manera. Denuncia, cuestiona, critica, obstruye. Creen que por arte de magia, uno debe y tiene que vivir bien. No importan el sacrificio, la constancia, la dedicación, el ahorro. Para ellos todo lo debe resolver el Estado. Este es nuestro gran problema de los últimos cincuenta años. Es tiempo de aprender de los errores, de madurar. Para terminar de una vez y para siempre con la Argentina maltratada. (*) Diputado de la Nación. Presidente de la Ucedé Nacional
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