"La función de la escuela es la de instruir, transmitir conocimientos, la de educar: crecer hacia el mundo, aprender a convivir, asomarse a la realidad, desarrollar la sensibilidad para los cambios, abierta a lo que acontece". Así respondió Leticia Cossettini, en una entrevista realizada por Rubén Naranjo para "El tintero verde", y donde acertadamente se la consultaba sobre la función de la escuela. Ahora esa función que tanto Olga como Leticia cumplieron con oficio está compilada en un libro de Ediciones Amsafé.
Según señala el secretario general del gremio de los maestros, José María Tessa, en el prólogo de "Obras completas", editar los libros escritos por las hermanas Cossettini es una obligación: "Constituyen el mayor testimonio de las experiencias llevadas a cabo en la Escuela Carrasco, reconocida como Escuela Serena en los años que estuvo dirigida por Olga" (entre 1935 y 1950).
Según señala el secretario general del gremio de los maestros, José María Tessa, en el prólogo de "Obras completas", editar los libros escritos por las hermanas Cossettini es una obligación: "Constituyen el mayor testimonio de las experiencias llevadas a cabo en la Escuela Carrasco, reconocida como Escuela Serena en los años que estuvo dirigida por Olga" (entre 1935 y 1950).
De reformas y reformadores
El trabajo de las Cossettini se hizo conocido a través de la labor desarrollada en la escuela de Alberdi. Sin embargo, la formación pedagógica reconoce en su padre Antonio a uno de los primeros maestros. Más tarde Olga y Leticia se destacarían en la Escuela Normal Domingo de Oro de Rafaela.
En 1930, y al frente de la regencia de la escuela rafaelina, Olga se cuestionaba sobre la reforma educativa que tocaba la puerta de las escuelas: "Empezaban a ensayarse en algunos grados centros de interés, pero había temor, incomprensión. ¿Qué pretendemos? ¿Adónde vamos? eran los interrogantes abiertos ante los ojos de los maestros desorientados. Los resultados de la aplicación de los centros no nos convencieron. Viva estaba la escuela vieja con su alma ajada y su corazón apenas sensible. Soñábamos con algo mejor que no fuera la expresión de la simple forma exterior, sino algo que tradujera una emoción interna, algo que nos revelara un sentimiento nacido espontáneo, puro".
También los maestros se preguntaron sobre los fines de la reforma educativa impulsada en la Argentina en la década del 90. Lo hacían desde el mismo lugar que lo hizo Olga en su momento, instalados en el terreno de la enseñanza. Dirigieron así el cuestionamiento hacia los cambios impuestos, que sólo logran mostrar un país delineado por una política educativa fragmentada y atada a las directivas de turno.
Olga tuvo una respuesta afortunada en ese entonces: "Las maestras comprendieron que había en su misión algo mucho más importante que la de llenar la cabeza de un niño con cosas y cosas, comprendieron que el alma de un niño es un cofre sutilísimo que debe abrirse a la vida, como se abre la flor, sin tocarla y empezaron a buscar en la naturaleza el secreto".
Con esa mirada puesta en la naturaleza y unidas a una inusual sensibilidad estética, el trabajo de las Cossettini se plasmó en la creación de centros cooperativos, en bibliotecas pobladas de lectores, en clases donde se privilegiaba el conocimiento, en laboratorios de ciencia, en un "Coro de Pájaros", en el cultivo de la huerta, en excursiones y en la permanente visita de los educadores y pensadores del país y el extranjero. Entre ellos Gabriela Mistral, Juan Ramón Jiménez, Celia Ortíz de Montoya, Margarita Xirgú y Javier Villafañe.
Con la misma línea de pensamiento que la dictadura militar en 1976 decidió prohibir el libro "La torre de cubos", de Laura Devetach, "por exceso de imaginación", en 1950 el ministro de Educación santafesino Raúl Rapella separó del cargo de directora a Olga Cossettini, para dar por cerrada la experiencia educativa de la Escuela Carrasco.Luego de 50 años de tal determinación, las "Obras completas" editadas por Amsafé abren la oportunidad para tomar las palabras de Olga: "Nuestra obra va arraigándose y ya da sus frutos. Yo he recogido durante un año de labor un manojo de espigas que ofrezco a vosotros, maestros amigos".