La vitamina D puede disminuir el riesgo de los bebés y niños pequeños de desarrollar diabetes.
La diabetes tipo I, que comienza a una edad temprana, ha sido vinculada con una deficiencia de vitamina D, conocida como la vitamina del sol, ya que la luz solar favorece su síntesis en el cuerpo. Esta vitamina también se halla en la leche enriquecida y los productos lácteos, el aceite de hígado de bacalao y en algunos tipos de pescados grasos.
Cuando Elina Hypponen, del Instituto de Salud Infantil en Londres, y sus colegas en Finlandia, compararon la salud de más de 12.000 niños, hallaron que los más pequeños, que habían recibido suplementos de vitamina D tenían 80 por ciento menos de probabilidad de desarrollar diabetes que los niños que no consumieron esta vitamina.
"Hallamos un vínculo muy fuerte con el consumo general de vitamina D y el riesgo reducido", dijo Hypponen.
"El riesgo de diabetes tipo I también aumentó el triple cuando se sospechaba que el niño tuvo deficiencia de vitamina D durante el primer año de vida", agregó.
Todos los niños en el sondeo nacieron en el norte de Finlandia en 1966. Los investigadores siguieron sus historias clínicas hasta 1997 para observar cuántos habían desarrollado diabetes.
Dosis recomendada
"Nuestros resultados indican que el desarrollo de la diabetes tipo I se asocia con un bajo consumo de vitamina D", explicó Hypponen en un informe publicado en la revista médica The Lancet.
La investigadora comentó que los hallazgos no eran sorprendentes porque la vitamina D actúa como un agente inmunosupresor y la diabetes está considerada como una enfermedad autoinmunitaria, causada por anticuerpos producidos en contra de las sustancias que se encuentran de manera natural en el cuerpo.
"Sugerimos que los funcionarios de salud se aseguren de que todos los bebés están recibiendo al menos la cantidad de vitamina D indicada actualmente", agregó Hypponen.
La dosis diaria recomendada de vitamina D para los niños es de 400 unidades internacionales o 10 microgramos por día.
Pero los investigadores advirtieron que las dosis altas podrían ser tóxicas y, en los casos más graves, mortales.
La diabetes tipo I puede desarrollarse en niños hasta de unas cuantas semanas de nacidos o en la vida adulta temprana.
Quienes la padecen producen poca o ninguna insulina debido a que su cuerpo destruye las células beta del páncreas secretoras de insulina.
Cerca de un 10 por ciento de los pacientes diabéticos padecen el tipo I, que se trata con inyecciones de insulina.
Jill Norris, del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Colorado, en Denver, describió el posible papel de la vitamina D en el desarrollo de la diabetes tipo I como un aspecto de creciente interés que merecía mayores esfuerzos en investigación de parte de la comunidad científica mundial.