Carina Bazzoni
"Más que afortunados". Así se sienten Adrián Ayala (22), Marcelo Molina (27) y Carlos Cuzat (41). Es que, a partir del mes próximo, los tres comenzarán a trabajar en la isla italiana de Cerdeña. La convocatoria fue lanzada la última semana de octubre por una compañía de viñedos de la península y una consultora rosarina. Rápidos de reflejos, Marcelo, Adrián y Carlos respondieron al llamado y resultaron elegidos entre unos 400 postulantes. Si bien los atentados que sufrió Estados Unidos el 11 de setiembre y la consecuente retracción de los mercados norteamericanos y europeos pusieron un coto a las espectativas emigratorias de los argentinos (al menos eso se infiere de las cifras que manejan las embajadas), Adrián y Marcelo tienen otra visión del asunto. "La verdad, los atentados no me preocupan", asegura Adrián y rápidamente agrega: "Acá estamos expuestos a tantos riesgos" que la posibilidad de que la guerra roce suelo europeo parece un dato menor. "La inseguridad la vivimos a diario. Salimos a la calle y no sabemos si volvemos. Te pueden matar por un peso o por tres centavos. ¿Cuál es la diferencia?", se pregunta. Marcelo razona parecido. "Más me asusta el desempleo que tenemos nosotros en la Argentina", dice. Así, la posibilidad de trabajar en Italia se vuelve más que tentadora. Tendrán un contrato por seis meses, con posibilidad de radicarse definitivamente, y recibirán a cambio casa, aportes sociales, comida y unos 600 pesos. Adrián nació en Chaco y desde hace ocho años se radicó en Rosario, donde terminó la primaria en una Eempa. "Creo que esta es una de las mejores oportunidades que tuve. No sé si en toda la vida se me va a presentar una posibilidad igual", dice, mientras espera su pasaporte para poder viajar "cuanto antes" a si nuevo lugar de residencia. Marcelo, en cambio, nació en Rosario y terminó la secundaria en una escuela pública de la zona oeste. Tanto Marcelo, como Adrián están desocupados. De vez en cuando hacen algunas changas como pintores, albañiles o electricistas con lo que logran zafar el mes. En cambio, Carlos no dudó en dejar de lado el trabajo en una fletería que había conseguido hace un mes. Es más, desde que se enteró de que había resultado elegido para radicarse en Italia, no volvió a las oficinas donde sus compañeros todavía lo esperan "al menos para saludarlo", comentaron ayer a La Capital. Carlos nació en Chile, pero desde hace dos décadas vive en Argentina. Sus primeros 10 años en el país los pasó en Mendoza donde trabajó en distintos viñedos. Experiencia que le servirá para enfrentar su nuevo puesto en la isla de Cerdeña. Desde hace un tiempo, Marcelo estaba planeando dejar el país. Es más, antes de tener esta posibilidad concreta ya habían pensado visitar a la familia de su novia en Italia. Por lo tanto, su decisión de responder a la convocatoria de Cerdeña no extrañó a sus familiares. A los padres de Adrián les tomó un tiempo masticar la noticia. "Primero se asustaron un poco, después analizaron la situación y me apoyaron un montón", recuerda. No tiene pareja ni novia, así que piensa que el nuevo trabajo le puede acercar también una compañera. "Yo voy a buscar, así que por ahí quién te dice", apunta con una sonrisa. -¿Si todo va bien, pensás volver alguna vez a Argentina? -Volver... Sí, puede ser, pero sólo de vacaciones.
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