Año CXXXIV
 Nº 49.304
Rosario,
domingo  18 de
noviembre de 2001
Min 15º
Máx 29º
 
La Ciudad
La Región
Política
Economía
Opinión
El País
Sociedad
El Mundo
Policiales
Escenario
Ovación
Suplementos
Servicios
Archivo
La Empresa
Portada


Desarrollado por Soluciones Punto Com





Análisis político
La interna impredecible

Jorge Sansó de la Madrid

Nadie puede adivinar cuál será el efecto psicológico que producirá en los santafesinos tener en sus bolsillos otra cosa que no sean pesos o dólares. Si en algo ha contribuido la historia monetaria argentina es a la difusión y conocimiento popular de los próceres norteamericanos. Cualquier niño argentino sabe quién es el señor de peluca blanca que está en el billete de un dólar desde edad temprana. En tanto, el peso encierra una paradoja: los ciudadanos de este país no le han perdido respeto a su moneda, pero eso es tal vez porque escasea tanto que cada día se asemeja más a cualquier objeto suntuario de esos que desvelan nuestros deseos prohibidos.
En esta realidad en que anhelamos poseer pesos o dólares, cualquiera de ellos sea con tal de que sean para poder sobrevivir, las autoridades no nos darán ninguno de los dos. Piense el lector que vistas las cosas así estará siendo protagonista de un momento histórico. Que para los santafesinos será una primera vez. Con los sueldos de enero, que se cobrarán en febrero, los empleados públicos cuyo sueldo supere los 700 pesos o dólares recibirán su salario en Lecops. Es decir, en bonos o como prefieren insistir en llamarlos el gobernador Carlos Reutemann y su ministro de Hacienda, Juan Carlos Mercier, en una "tercera moneda".
Habrá una inundación de esos bonos nacionales por cuanto, siempre y cuando se logre que valgan igual que un dólar o un peso, su poseedor podrá ir a hacer las compras al supermercado o pagar en los bancos. Con lo que el comercio a su vez pagará a sus empleados con estos bonos, y es de esperar que hasta los quioscos nos los den de vuelto.
Ahora bien, eso siempre cuando valgan uno a uno. Una respuesta que todavía el gobernador Carlos Reutemann no está en condiciones de brindar. A su regreso de Buenos Aires, donde firmó el nuevo pacto fiscal que influirá de este modo en los bolsillos santafesinos, esta fue una de las preguntas que le hizo la prensa. "Para saber eso habrá que esperar la respuesta de los mercados", huyó hacia delante el mandatario.

Pronóstico incierto
Dado que no existen antecedentes más o menos cercanos, como sí acontece en Córdoba y Buenos Aires, de cómo sería una convivencia de los santafesinos con los bonos, es impredecible saber cómo reaccionarán éstos a semejante irrupción en sus vidas cotidianas. Quizá muchos deberían advertir, porque este caso es un ejemplo perfecto, cómo influyen en nuestra vida las decisiones políticas que se toman en esos tediosos debates parlamentarios a los que la mayoría rehúye con el zapping en la televisión o buscando rápidamente las páginas deportivas o de espectáculos en los diarios.
Sería un verdadero dato revelador encuestar a los santafesinos para conocer qué porcentaje siguió las negociaciones económicas y políticas de su gobernador. Difícilmente el porcentaje de los interesados resulte alto. No se trata de un reproche sino de una reflexión que todos deberíamos hacer. No es un ejercicio ocioso preguntarnos de qué nos sirve conocer tan minuciosamente las alternativas de la vida de los jugadores del club de fútbol del que somos simpatizantes. Estos deportistas igualmente cobrarán millones por sus pases y los clubes (o vaya a saber quién) harán sus negocios sin que ello altere nuestras vidas. No está mal, de todos modos, ser un seguidor de la información deportiva. Esto es un ejemplo. Lo que no está bien es que no pongamos un poco de interés en aquello que nos debería resultar común, y por ende personal. Si es común quiere decir que nos involucra directamente, somos parte de ello y sus efectos positivos o negativos nos harán estar o sentir mejor o peor. Por este desinterés en las cuestiones comunes nos ha costado tanto a los argentinos definir una identidad.
Se construye ciudadanía, o sea una identidad común, únicamente desde el sentido de pertenencia que nos lleva a asumir responsabilidades. Nadie se siente responsable de aquello que no siente propio o que no lo contiene. Es así como, después, en un cuarto oscuro, a la hora de votar, nos equivocamos de boleta y en contra de nuestra propia intención terminamos votando a quien no queríamos porque ni siquiera nos habíamos preocupado de saber antes cómo sería esa boleta. O nos quejamos a la hora de pagar un impuesto o un interés alto, pero fuimos ajenos al momento en que se discutió la creación de ese tributo.
Al margen de esta digresión y más allá de la interna peronista nacional que tiene que ver, de las presiones internacionales que recibiera de banqueros que lo llamaron instándolo a que firmara, como él mismo lo revelara, hay que deducir que el gobernador Carlos Reutemann terminó estampando su firma al convenio en un acto límite de defensa de los intereses provinciales. Al menos eso había prometido una semana antes, cuando se había vuelto desde la metrópoli sin rubricar lo que le proponía la Nación. Entre uno y otro momento quedan ambas actitudes y solamente dos conclusiones. O la Nación cambió sus pretensiones y por eso el gobernador firmó, o fue éste quien la declinó e incumplió su altisonante promesa.

Las ventajas están en duda
Dicen los especialistas que si esta vez la Nación cumple, el acuerdo tiene ventajas comparativas para la provincia. ¿Hay certezas de que lo hará? Parecería que no porque el Lole se abandonó a la dudosa seguridad de la cábala popular: "Dicen que la tercera es la vencida", dijo en alusión a que se trata del tercer pacto que firma con el gobierno de Fernando de la Rúa y en referencia a que los dos primeros fueron incumplidos.
Como fuere, si se cumple lo acordado, el gobierno santafesino se sacaría de encima el déficit previsional cuyo monto actual no se conoce con precisión. Al comienzo de esta gestión provincial la Caja de Jubilaciones tenía un rojo de 130 millones de pesos, los que ahora deben ser (o deberían) por cuanto los activos y pasivos la están subsidiando a través del aporte que realizan en virtud del descuento compulsivo que les impone cada mes la ley de emergencia previsional que rige desde 1999. Todavía resta definir detalles, ha dicho el gobernador. Por eso no se conoce todavía si el acuerdo por el que Nación finalmente cumpliría (aunque en bonos) en subsidiar el déficit previsional hará caer la emergencia. Es decir, tornará innecesario el descuento que hoy se practica a los empleados activos y pasivos del Estado. O si, por el contrario, hará indispensable la prórroga de esa emergencia. Dado que de caer la ley la erogación volverá incrementarse.
Reutemann y Mercier hablan de "tercera moneda". Está claro que lo hacen para que la gente note la diferencia entre este bono nacional y los que han emitido otras provincias. Los Lecops circularán en todo el país, pero los patacones son exclusivamente bonaerenses. Todavía se recuerdan las imágenes de las protestas sociales que incendiaron a la vecina Entre Ríos cuando emitió sus bonos provinciales. Hay que deducir que no fueron momentos que el gobernador Sergio Montiel hubiere deseado deliberadamente, por lo que es comprensible que Reutemann quiera hacer la diferencia que plantea como un modo de ir previniendo esa todavía inescrutable reacción que tendrán los santafesinos frente a los Lecops.
Claro que si éstos no valen uno a uno y no son aceptados en todos lados no habrá eufemismo que valga y la cuestión semántica se convertirá en social. Por eso Mercier está buscando antecedentes en Córdoba y Buenos Aires tanto a nivel legislativo como de acuerdos y demás mecanismos que desde el Estado permitieron el funcionamiento de sus economías bonificadas. Una batería que la Legislatura provincial deberá tratar en los próximos días junto a la homologación del acuerdo. Otra cuestión es que la Nación consiga efectivamente los grandes grupos empresarios que habrán de canjear el 10 de diciembre la primera de remesa de Lecops por pesos para que de ese modo Santa Fe no reciba bonos sino hasta el 10 de enero del año que viene.
Este plazo debería contribuir a descomprimir las expectativas negativas que puedan anidarse en la sociedad. Para entonces la economía argentina entera estará traccionada a bonos y es de esperar que comience a desempantanarse. Nadie quiera preguntar qué acontecerá si ese no es el resultado en algunos meses.

Volver con las manos vacías
Santa Fe no sólo firmó el convenio sino que pagará con bonos. Es decir, estará igual que casi todas las provincias. ¿Cómo se traduce en términos políticos? ¿Es bueno o malo? No es peor, se podría conjeturar. De la Rúa llamó el miércoles a Reutemann desde Portugal para agradecerle su decisión de firmar y se sinceró con el Lole. Como todos saben el santafesino había sido uno de los más duros en la negativa a firmar que había hecho fracasar una semana antes el intento de la Nación de lograr el acuerdo para que el presidente pueda visitar EEUU y reunirse con George Bush exhibiendo un frente interno homogéneo, sobre el que por el momento espoleaban los usureros internacionales, siempre dispuestos a encontrar excusas para ser más exigentes y duros. "Yo también fui gobernador y sé lo que es volver a las provincias con las manos vacías", le respondió Bush, dejando demudado a De la Rúa.
Reutemann volvió a Santa Fe con las manos llenas de Lecops y debe demostrar que eso es mejor que nada. Por lo pronto por esa misma razón fue el último en firmar y sin privarse de que sus pares -y sempiternos competidores- José Manuel de la Sota y Carlos Ruckauf le pidieran que lo hiciera. "Si vos no firmás, nosotros tampoco", cuentan las crónicas que le dijeron ambos al Lole. Es, en términos visibles, la primera vez en mucho tiempo que una decisión de Santa Fe condiciona a sus pares grandes y con ello a la política y la economía del país. Ni lerdo ni perezoso, Reutemann aludió a la "institucionalidad del país" a la que, obviamente, él venía a salvar deponiendo su intransigencia. El gobierno nacional le debe el favor. No en vano el gobernador declara todo el tiempo que el presidente debe terminar su mandato y que él no será quien lo empuje al abismo. Sugiere (o afirma) que en el PJ hay quienes quieren desbarrancar ahora a De la Rúa y obviamente esos no pueden ser otros que quienes aspiren a reemplazarlo de inmediato.
La firma del convenio se convirtió en la noticia de la semana e hizo olvidar el congreso peronista convocado por Duhalde al que Santa Fe no concurrió. En la Casa Gris están convencidos de que quien se ocupará del bonaerense será Carlos Menem quien, dicen con seguridad, estará libre esta semana. "Habrá que ponerle la muralla china" para frenar al riojano, le dijo el Lole a La Capital. Nadie puede adivinar todavía cuál será el efecto que tendrá en el país la interna peronista que se avecina. Sus pares De la Sota y Ruckauf también deberían estar agradecidos con el Lole que, dicen los hombres de éste, firmó para que ellos no se queden sin el acuerdo. O en todo caso, éstos no hubieran firmado para que el Lole no se convirtiera en el Itamar Franco que con rebelión fiscal contra Cardozo recuperó -aunque no por mucho- el perfil de aspirante a retornar a la presidencia de Brasil. Una tentación, dicen, a la que hasta ahora se resistió el gobernador de Santa Fe.



Ampliar Foto
Diario La Capital todos los derechos reservados