María Lourdes Bertozzi
A pesar de todo, la vida prosigue en Nueva York, donde la gente redobla su apuesta, una y otra vez. "Digan que esta ciudad acrecentará su despliegue", enfatizan nuestros ocasionales anfitriones. Y es verdad. Times Square impacta por las filas que se apiñan desde la mañana en su entorno. Todos quieren conseguir boletos para las diversas funciones en Broadway, haciendo honor a un mandato que, desde el arte, señala un camino: el espectáculo debe continuar. Finanzas, cultura, moda y meca de medios de comunicación, la isla de Manhattan se reafirma como ícono de aquellas corrientes inmigratorias que tomaron por asalto un estratégico sitio de la desembocadura del río Hudson. Greenwich Village, familiarmente conocida por los neoyorquinos como The Village (El Pueblo), muestra una imagen habitual. Quien no tiene reservada alguna de las mesas para comer y beber en restaurantes y cafés debe cambiar el rumbo. Es una pena, porque disfrutar de la magia y el encanto del sitio que ostenta el título del primer barrio bohemio de Estados Unidos resulta un placer inigualable. Poetas, escritores, artistas y músicos pueblan este pequeño rincón de espíritus libres. Igual marco ofrece el Soho, territorio consagrado al mundo del arte, con sus famosas galerías agrupadas entre las calles 22 y 26 y las avenidas 10 y 11. Las motonaves nuevamente pasan cerca de la estatua de la Libertad y los cruceros aggiornan su derrotero por las aguas que circundan la isla. Por la Quinta Avenida, los tradicionales mateos recorren incansables la imponente vía, mientras que el Central Park reivindica su condición de reino del footing y el ciclismo, así como la imagen de John Lennon recuerda su llamado a la paz desde Strawberry Fields. Momento a momento, se renuevan los votos seculares de pasar un difícil pasaje histórico. Pero las expresiones más profundas y emotivas se suceden en sitios de recogimiento, como la gótica catedral de Saint Patrick. Y Bob Dylan en pocas horas más asumirá su rol militante por la vida en el Madison Square Garden. Como en todas las actividades, la seguridad primará en el armado del show, como ocurre en cada sector de la Gran Manzana. Las vidrieras de Tiffany, Bloomingdale's, Saks, anticipan las celebraciones de fin de año, y en un par de días más Macy's ofrecerá su tradicional desfile, con Papá Noel incluido, para regocijo de grandes y chicos. Millones de bombitas adornan las calles y para rematar el espíritu navideño, el gran árbol del Rockefeller Center brinda la clásica estampa. Así, la gran ciudad lo está diciendo: Nueva York está preparada, con la fe de su gente, a recibir un mejor 2002.
| Cuando llega el frío se llenan las pistas de patín. | | Ampliar Foto | | |
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