El veterano nadador Florencio Romero, quien en septiembre pasado cumplió 62 años y que en marzo logró la hazaña de unir a nado Puerto Iguazú con Rosario, se propone revalidar títulos y nadar entre las cataratas y aquella ciudad misionera, un trecho comparativamente corto en extensión pero preñado de peligros, puesto que deberá sortear una zona de rápidos de cinco kilómetros de extensión. Esta será la primera vez que alguien intente concretar una prueba de tan difíciles características.
Romerito, como popularmente se lo conoce, tiene previsto estar en el Parque Nacional de las Cataratas del Iguazú el martes venidero e intentará concretar la nueva hazaña el 24 a la mañana. Contará para ello con el apoyo del personal de Parques Nacionales, que le aseguró que le brindará tanto asesoramiento como apoyo técnico.
El nadador santafesino quiere con su actitud enviar "un mensaje de paz, especialmente ahora cuando el mundo vive una nueva guerra" y tiene el deseo de que en vez de gastarse tanto dinero en armamento se lo destine a fines más altruistas, tales como crear escuelas para la niñez desvalida.
El mismo dirige la escuela de natación que lleva su nombre y que desarrolla sus actividades en el Centro Especializado de Natación Diego Degano, ubicado en las instalaciones del Club Unión de Santa Fe.
Romerito entiende que la prueba le demandará unas tres horas de esfuerzos en aguas templadas que tendrán, según estima, una temperatura promedio de 28 grados. "A mí me conviene hacerlo en aguas más frías, pero creo que la temperatura alta no será ningún impedimento".
Lo que más le preocupa son los cinco kilómetros de rápidos, en los que el agua corre a 22 kilómetros por hora. Este padre de dos hijos y abuelo de otros tantos nietos, confía en que los prácticos del Parque lo sepan guiar por ese sector tan peligroso del río que le ofrecerá las mayores dificultades.
Viejo lobo de río
Cuando era joven, Romero fue un embarcado que navegaba las aguas del Alto Paraná en barcos que cargaban madera. Por consiguiente, conoce la región y sus aguas, pero confiesa que "hace más de 40 años" no visita la zona aunque tiene una actualizada información sobre ella. Ante la obvia pregunta de por qué se decidió a realizar la prueba, el veterano nadador comentó que "siempre busca nuevos desafíos".
El santafesino nadó toda su vida pero ya mayor interrumpió sus pruebas durante unos 20 años, aunque desde hace tres ha regresado con todo, al punto de haber logrado unir a Santa Fe con Rosario en una prueba que le demandó más de 33 horas de exhaustivo esfuerzo físico.
Ahora lo esperan las Cataratas, los rápidos del río Iguazú, una vía de agua de unos 10 metros de profundidad a la que no le teme, según cuenta sin que en ningún momento se le caiga su constante sonrisa. Como le confesara a La Capital cuando se proponía arribar a Rosario a nado, su intención también ahora es la de demostrar que hay que tenerse confianza y no bajar los brazos, "que en la vida hay que luchar para conseguir los triunfos".