Jorge Sansó de la Madrid
Al menos hasta anoche, el peronismo santafesino tenía decidido no concurrir mañana al congreso nacional partidario que se realizará en Lanús. Ayer a la mañana Carlos Reutemann llamó desde Buenos Aires y dio la orden que parecía la última, aunque restan 24 horas y como alguien dijo "esto es el peronismo". Una decisión que consensuaron varios gobernadores y que importa un quiebre, todavía a merituar, en el equilibrio de poderes internos del principal partido de la oposición. Hasta tanto se conozca qué temperamento adoptarán los peronistas cordobeses, la nueva pulseada parece centrarse entre los presidenciables Reutemann y Eduardo Duhalde, quien -dicen- busca recuperar esa condición desde su triunfo electoral en su provincia el 14 de octubre último cuando resultó electo senador nacional. Como presidente del congreso nacional del PJ, Duhalde envió esta semana telegramas a todos los miembros junto a un temario que despertó las sospechas de los gobernadores de su partido, la furia de los menemistas y el enojo de Reutemann. Todos parecen coincidir en que el bonaerense armó la convocatoria por razones algo más subyacentes que la necesidad de cumplir con las exigencias de la ley de partidos políticos para no correr el riesgo de perder la personería jurídica, como se argumentó. Obviamente, Duhalde negó tales motivos y se apresuró a darle un tono político y refundacional al congreso, que curiosamente se realizará en uno de los terrenos más afines al convocante. A punto tal que no faltó alguna ironía: "Si vamos a Lanús tenemos un certeza que entramos, después habrá que pedirles permiso a los muchachos del Cabezón para salir". Los gobernadores ven varias señales de que el congreso estará condicionado a las ambiciones presidencialistas de Duhalde. En principio, por las declaraciones de éste: aseguró que la reunión se concretará sí o sí, pese a quien le pese, y que será en ese congreso donde "el PJ recuperará su identidad". Para ese objetivo el temario preveía elegir una comisión que reemplace hasta las internas a las autoridades de todos los órganos del partido. O sea, el desplazamiento de Carlos Menem y los menemistas de la estructura de mando, lo que enfureció a los fieles que todavía le quedan al ex mandatario. Y también encendió la alarma en los gobernadores: "En este momento, en que tenemos todas las energías puestas en pelear por fondos para nuestras provincias, no podemos darnos el lujo de recrear la interna entre Menem y Duhalde y correr el riesgo de quedar rehenes de esa pelea". En rigor, los gobernadores del PJ dicen que se venían venir una jugada así no bien Duhalde ganara la senaduría nacional. No sólo porque lo devolvería a la escena nacional y reactualizaría sus ansias de venganzas contra Menem, sino porque "venía trabajando en cada distrito en esa dirección". Según esta hipótesis, Duhalde pudo afirmar, casi antes de convocarlo, que el congreso estaba asegurado porque contaba con suficientes concurrentes: los congresales de las provincias no peronistas. En ellas, el 14 de octubre los candidatos del PJ necesitaron de un esfuerzo extra para ganar o conseguir un aceptable resultado electoral. Ahí apareció la disposición generosa de Duhalde, que de ese modo se aseguraba la devolución de favores: la asistencia al congreso. Una estrategia que además pretendió poner a los gobernadores en la disyuntiva de concurrir y aceptar "un temario con el que Duhalde se aprestaba a quedarse con la mayoría del cargos" o a negarse a hacerlo y aparecer "pegados" al menemismo. Todas estas preocupaciones han sido compartidas por Reutemann y algunas de ellas directamente motorizadas por él. Es que el Lole se enojó bravamente con Duhalde, ya que como vicepresidente del congreso peronista apenas si fue anoticiado de la convocatoria ni -se asegura en sus cercanías- dio el consentimiento que se dijo que había dado. El miércoles Reutemann integró la delegación de cuatro gobernadores (Rodríguez Saá, Juárez y Romero) que hablaron con Duhalde y lograron que éste declinara el temario propuesto. De ese modo el congreso se convertiría en una mera reunión formal que pasaría de inmediato a un cuarto intermedio hasta febrero o marzo, fecha en que sí se discutiría sobre autoridades, internas y demás. Sin embargo esa solución no terminó de convencer a todos los mandatarios que argumentaron que era riesgoso concurrir a una reunión en Lanús, donde podrían romperse estos acuerdos verbales y nadie sabía que podría salir de allí. Hasta ese momento la indicación que tenían los congresales peronistas de Santa Fe era "mantenerse en vigilia". Esto es estar preparados para viajar temprano en caso de tener que hacerlo. Ayer los encargados de la parte operativa (trafics, comida, etcétera) recibieron la orden de desactivar todo. Una orden que venía desde Buenos Aires dictada por Reutemann. "No asistimos. El Cabezón no contará con nosotros para lanzar su campaña presidencial", tradujo un puntero mientras deshacía los aprestos.
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