Una vez más el pueblo leproso dio muestra de su pasión. Una vez más respondió a la convocatoria y se unió para brindarle su apoyo al equipo. Una vez más alrededor de 3.500 simpatizantes se encontraron en el Coloso y comenzaron a ponerle color al clásico. El hecho más importante que tendrán rojinegros y canallas en este Apertura, ya que los dos están realizando una magra campaña y a esta altura ya no pelean por nada. Es decir, transitarán el torneo con la única expectativa de tratar de cambiar la pálida imagen que ostentan. Así lo entienden los ñulistas, esos que pidieron y hasta suplicaron durante más de una hora que le ganen a Central. A lo largo del tiempo que duró la práctica de fútbol, los hinchas se hicieron sentir. Con cánticos y lanzando más de una decena de bombas de estruendo. Antes de la hora señalada los leprosos fueron llegando a la cita colosal. Algunos eligieron la popular que da al hipódromo y otros la platea baja ubicada en el sector este. Pero al margen de esto, el apoyo fue incondicional. O mejor dicho, fue un apoyo lleno de exigencias. Es que de ninguna manera los hinchas quieren perder los 21 años que Central no gana en el Parque. Es cierto, lo de ayer fue todo alegría. Todos vivieron un clima de fiesta. Una fiesta que nadie quiere que se termine. Y esa ansiedad leprosa repercute en los jugadores, que están ante un gran problema. De ganar o empatar el domingo se repetirá el festejo, pero en gran magnitud. Pero si el resultado es negativo, quién sabe lo que puede llegar a pasar. Ayer no había pálidas. Al igual que los jugadores y el cuerpo técnico, la gente está confiada y derrocha optimismo. Tanto que hasta sorprendió a más de uno. Banderas, bombas, color, calor y cánticos. Ese fue el condimento exacto para disfrutar de la previa de un clásico que seguramente dejará algunas secuelas.
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