Lucas Ameriso
Con 22 votos contra 19, el Concejo Municipal resolvió en la sesión de ayer remover a Jorge Boasso como concejal al considerar que su doble función como legislador y ejecutor fiscal de la Afip constituye una incompatibilidad moral para continuar ocupando una banca. Sin embargo, esta medida promete levantar polvareda en el Palacio Vasallo. Los compañeros de bloque del edil radical junto al justicialismo y el cavallerismo aseguraron que la expulsión fue "nula", porque era necesario contar con la aprobación de las dos terceras partes del cuerpo. Por su parte, Boasso promete dar batalla contra sus "vengadores" y desde el recinto insistió en que no abandonará su cargo como edil de la ciudad. La expulsión del concejal usandizaguista comenzó a gestarse el 1 de noviembre pasado, cuando sus pares dejaron sin efecto una resolución del 94, en la que el Concejo había declarado su compatibilidad para ejercer tareas como legislador y agente recaudador del fisco. Así las cosas, Boasso fue emplazado a optar por alguna de sus funciones, pero eligió en cambio anteponer tres recursos de reconsideración ante sus pares. Ante esta situación, el presidente del cuerpo, Pablo Cribioli, solicitó un dictamen a la Dirección de Asuntos Jurídicos de la Municipalidad, que estuvo a cargo del titular del área Alejandro Menicocci y fue firmado por el intendente Hermes Binner y el secretario de Gobierno, Antonio Bonfatti (ver aparte). Este aval del Ejecutivo fue incorporado dentro de los considerandos de la resolución de presidencia, que la comisión de Labor Parlamentaria aprobó en la mañana de ayer. En ella se resolvió rechazar los recursos presentados por Boasso, con lo cual se declaró el cese automático en su función como concejal, por "estar incurso en incompatibilidad moral" al ejercer simultáneamente su cargo de ejecutor fiscal y concejal. Pero antes de dar inicio a la sesión, Boasso ya vislumbraba un clima de intensa hostilidad en su contra. Imaginó lo peor y en consecuencia urdió una estrategia para resistir una virtual expulsión del Concejo por la fuerza pública. La novedad llegó pasadas las 12.30 al despacho del presidente del cuerpo. Un oficio del juez Luis María Caterina exigía mediante un recurso de habeas corpus que se informe el estado de libertad del polémico edil. Alterado, Cribioli respondió al instante al notificarle al magistrado que "ninguna actuación era tendiente a cercenar sus derechos", respuesta que sepultó el efecto de la medida judicial. Superadas las diligencias, la sesión comenzó a las 14 y contó con la presencia de los 42 concejales en sus bancas. El radical Jorge Serrano ensayó una larga defensa de su colega Boasso y fue quien reprochó a sus pares la "falta de conocimiento pleno" de los recursos administrativos presentados por el concejal. Sobre el dictamen producido por Menicocci, Serrano consideró que "no es la verdad revelada y cargó contra la resolución de presidencia "por estar viciada de nulidad". La cavallerista Cristina Rímoli y su par de bancada Analía Carrió aclararon que el bloque votaría negativamente la resolución y aclararon que la remoción en la banca exige una mayoría especial, "tal cual lo establece el artículo 39 de la ley orgánica de municipalidades". Otro que reclamó "un margen de seguridad jurídica", fue el radical Federico Steiger quien exigió "profundizar el análisis en una comisión especial". Por su parte, el radical Raúl Milano consideró que "se ha tomado la decisión de crucificar a Boasso, en una clara vendetta política". Es más, Milano criticó a los ediles del oficialismo al indicar que "podrán vencer, pero no convencer" y aseguró que "Boasso va a ganar un juicio que mis colegas saben que se paga con dinero". En tal sentido se pronunció la concejal por el Frente Grande Silvana Svatetz al indicar que "sólo se discute un acto miserable de la política". La justicialista Marta Rubeo se preguntó en voz alta: "¿De qué se lo acusa ahora a Boasso, sino se registraron hechos nuevos?". Y acotó que "quienes hoy lo condenan, lo premiaron en el 96 para que ejecute como agente fiscal a cualquier empresa concesionaria de servicios". Es por ello que aclaró que su bloque votaría negativamente la resolución. Ya cerca de las 19, llegó el turno del propio Boasso, quien sorprendió: "Estoy feliz y agradecido. No pido ningún sacerdote para mi extrema unción, porque de ahora en más empieza otra película que se llamará Acciones Judiciales y les aseguro que no voy a descansar hasta que se me repare el daño ocasionado". El cese en las funciones de Boasso quedó resuelta por mayoría simple, mediante el voto por la afirmativa de 22 concejales (compuestos por el oficialismo junto al radicalismo celeste, el bloque de Evaristo Monti y el edil Rubén Bermúdez) contra 19 sufragios que emanaron de los bloques justicialista, cavallerista, radical celeste y el unipersonal de Federico Steiger. Pese a ello, el concejal destituido siguió atrincherado en su banca, al tiempo que Rímoli subrayó que la votación fue "nula", mientras Rubeo aseguró que Boasso debe continuar como edil hasta el final de su mandato.
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